El Ministerio de Trabajo de Salta formará al colectivo gay en pastelería, panadería y tejidos

Todo indica que la propuesta partió del propio colectivo LGBTIQ (lésbico, gay, transexual, travesti, bisexual, intersex y queer) de Salta, pero la realidad es que el Ministerio de Trabajo del gobierno provincial ha accedido y se apresta a lanzar una «línea de capacitación» que permitirá a los integrantes de aquel variopinto colectivo convertirse en expertos técnicos en panadería, pastelería y tejido artesanal.

El acuerdo en tal sentido fue suscrito ayer entre el Ministro de Trabajo del gobierno de Urtubey, señor Eduardo Costello, y la responsable de la Asociación LGBTIQ de Salta, señora Mary Robles.

El caso es que este nuevo acercamiento entre el castrador y ultrarreligioso gobierno provincial y el ala oficialista del mundillo de la diversidad sexual no ha sido bien acogido por algunos integrantes del colectivo, que entienden que la creatividad que distingue a los gays en el mundo entero bien podría justificar que, en Salta, el gobierno provincial dedique esfuerzos y recursos públicos a formarlos para innovación, la investigación científica, el cine, el diseño de moda, la literatura o las nuevas tecnologías.

Sin menospreciar la dignidad del oficio de un técnico pastelero o de un tejedor artesano, algunos gays que no desean que su nombre trascienda, ven en la propuesta gubernamental un «amarillento matiz medieval» y se preguntan realmente si el Ministro de Trabajo vive en este siglo o en algún otro ya pasado.

«Se trata de una propuesta machista o, cuando menos sexista, ya que los oficios elegidos para impartir formación (panadería, pastelería y tejidos) están claramente feminizados entre nosotros. Solo faltó corte y confección», señalan.

«No todos los gays son portadores del mismo talento, pero entender la diversidad solo como una colorida manifestación sexual es recortar peligrosamente la potencialidad de esta expresión de libertad», dicen los afectados.

«La diversidad supone una mirada diferente del mundo y de la sociedad, lo que incluye, forzosamente, una visión alternativa del mundo del trabajo y de la formación profesional», añaden.

De seguir así las cosas -dicen- habrá cursos públicos para que los gays se conviertan en peones clasificadores de tabaco o se capaciten en cualquier otro oficio tradicional que rechace la creatividad, la innovación y el «enfoque revolucionario» que a menudo propicia la mirada gay.