
Olvidémonos por un momento de todos los artículos de la Convención sobre los Derechos del Niño que estos cuerpos de policía infantil violan descaradamente; olvidémonos del adoctrinamiento de la infancia a cargo del Estado y de todas esas cosas tan teóricas y pongámonos a pensar en el papel crucial que el Gobernador y el Vicegobernador de Salta asignan a la policía infantil en orden a la formación de los niños.
Pero, oiga, ¿acaso no es la escuela la que debe ocuparse de la formación de los niños? o es que el Gobernador y el Vicegobernador de Salta se han dado cuenta, así, súbitamente, sin más, que es mejor un policía que una maestra y que los cuarteles son más formativos que las escuelas.
8.700 niños acuartelados y 215 escuadrones de policía infantil no son cifras para tomar a la ligera.
Estamos hablando de una sociedad marcial y crecientemente uniformada. Detrás de estas bárbaras cifras se esconde no solo una visión del Estado muy similar al de la Italia fascista de mediados de los años veinte, sino también un abierto desafío a la educación en libertad de la que habla el artículo 48 de la Constitución Provincial.
Urtubey y Zottos han dejado de creer que la educación que proporcionan las escuelas desempeña por sí sola esa función social prioritaria, primordial e insoslayable de la que habla nuestra norma fundamental. Simplemente creen que la Policía lo hace mejor; que «el producto» (el niño bien adoctrinado, uniformado y peinado) es más adecuado para la «comunidad organizada» que ellos «conducen».
Cuando Zottos dice que los cuerpos de policía infantil existen porque «existe un compromiso con la formación de los niños en toda la Provincia» es que más vale echar a temblar. ¿Quién controla esta formación? ¿El Ministro de Seguridad o el Jefe de Policía? ¿Cuáles son sus contenidos? Nadie lo sabe. El irresponsable gobierno de Salta deja el futuro de 8.700 niños en manos unas fuerzas a las que apenas controla.
'Contención, respeto, valores'
Según el Vicegobernador, las policías infantiles proporcionan «contención, respeto y valores».La frase es desgraciada a más no poder, pues cualquier padre salteño bien intencionado que la escuche y que desee que su hijo aprenda el respeto y se eduque en valores, en vez de enviarlo a la escuela -como hace el 95% de los padres del mundo- deberá optar por vestir a su hijo de azul y enviarlo a una comisaría, para que allí aprenda -entre otras cosas bonitas- qué cosa es Dios y qué la patria.
Si el gobierno cierra las escuelas y multiplica todavía más los cuerpos de policía infantil se evitará varios problemas:
1) Las huelgas de maestros (los policías carecen del derecho de huelga).
2) La continua reparación y mantenimiento de las escuelas.
3) Las presiones sociales, jurídicas y políticas para abolir la educación religiosa en las escuelas (la policía infantil, en las bicicleteadas, coloca a los niños pecheras que dicen 'Dios te Ama').
4) Las mismas presiones para impartir educación sexual a los niños.
5) El enorme costo (social y económico) de la formación de futuros policías (pues los tendrá ya formados desde la cuna).
6) Los desfiles descuidados de escolares de delantal blanco, asegurándose de que los niños que acudan a reverenciar a la autoridad en los desfiles públicos solo sean policías o gauchos.
Zottos será un poco atolondrado, pero cuando pone a los cuerpos de policía infantil por las nubes es porque ha hecho estos cálculos elementales, y otro un poco más sibilino: aumentando el presupuesto para los pequeños policías nos aseguramos los votos necesarios para gobernar 12 años más.