A las feministas de la 'matria' no les importan los 'padrones'

En Salta, cualquier lista, por ordinaria que sea, pero que contenga nombres, direcciones y teléfonos recibe el nombre de «padrón»; aunque el Diccionario diga que la palabra solo se emplea correctamente cuando se utiliza para llamar al registro administrativo de los vecinos de un municipio.

Sucede que en nuestro idioma la palabra «padrón» deriva del latín «patronus», que en latín antiguo deriva, a su vez, de la palabra «pater», un vocablo indisolublemente ligado a la figura del macho. No en vano de la misma raíz latina se deriva la palabra «patriarca», tan odiada por nuestras feministas de entrecasa.

Si en el políticamente correcto lenguaje de la perspectiva de género no sexista, inclusiva e igualitaria, existe o es tolerada la palabra «matria», para sustituir a la más clásica palabra «patria», es razonable suponer que «padrón», por sus varoniles connotaciones, debería ser sustituida por el vocablo «madrón», o algo parecido. No vaya a ser cosa -¡por Dios!- que alguna se dé por invisibilizada.

Así, podría haber en Salta «madrones» de gasistas (y gasistos) matriculados, de psicopedagogos y psicopedagogas, de miembros y miembras, de carreros y carreras. Y un larguísimo etcétera, pues ya se sabe que a cada «relevamiento» le sigue un «padrón»; o, en este caso, un «madrón».

Por ejemplo, una funcionaria que hace mucho que no tiene nada productivo para hacer y que anda anotando precios del hayacuchillo en las carnicerías de los barrios bajos, bien podría dedicarse a elaborar un «madrón» de los cortes de carnes más populares y baratos. Por razones que son fácilmente comprensibles, estas carnicerías solo serán registradas si venden ubre (por lo del tetazo), y baneadas si venden criadillas.

La palabra propuesta, que guarda una cierta simetría con el absurdo neologismo de «matria», corre sin embargo algunos riesgos. El más importante, ser confundida con la palabra «mandrón», que se usa para llamar a la bola grande de madera o piedra, que se arrojaba con la mano, como proyectil de guerra.

Y claro, aquí de bolas, nada de nada.