
Excepto en Salta, en donde cierta parte visible y «visibilizadora» del feminismo, piensa que la defensa de los derechos de la mujer y de su dignidad termina en La Quiaca y en la Triple Frontera, o que las mujeres son o no defendibles según el piso de su renta, como en el Impuesto a las Ganancias.
Las visibilizadoras salteñas, en lugar de pertenecer a organizaciones libres y vocacionales, disfrutan de un sueldo público, pagado por los «observatorios» oficiales, aquellos mismos a los que les está haciendo falta desde hace rato una buena limpieza en los lentes de sus miopes telescopios.
Quizá porque este feminismo hipervisibilizado opera como un apéndice del poder, se ve en el predicamento de tener que cumplir su misión con anteojeras. Es decir, dejando de ver ciertos acontecimientos -a veces clamorosos- que no conviene al poder que se vean.
La senadora provincial Gabriela Cerrano, del Partido Obrero (que también cobra un sueldo público) es un claro ejemplo de esta deformación cívica. La legisladora confirmó hace unos días a través de su cuenta de Twitter que tanto Hillary Clinton como Angela Merkel son mujeres del «imperialismo», razón por la cual no merecen su simpatía. Exactamente como si estas dos políticas no hubiesen logrado hitos importantísimos para todas las mujeres. El solo hecho de vivir en países ricos las vuelve extraordinariamente odiosas para el feminismo pobre y acomplejado de la periferia.
Hay que reconocer que Cerrano no pertenece a los circuitos del poder. Pero precisamente por ello, su actitud refractaria a reconocer la existencia de un feminismo de escala global es mucho más grave.@gracielaabutt no cambia nada, Hillary es una mujer del imperialismo como Merkel.
— Gabriela Cerrano (@GabrielaCerrano) June 13, 2016
Esta tarde se ha conocido la noticia de la muerte de la diputada laborista inglesa Jo Cox, de 41 años, atacada por un hombre en la calle con una pistola y un cuchillo. A pesar de la gravedad de este suceso, que ha conmovido al mundo y ha puesto en alerta a muchas mujeres comprometidas, el feminismo rentado de Salta, el de los «observatorios» de los altos sueldos, ha vuelto a guardar silencio en las redes sociales. Como si el asesinato de una mujer política en la calle fuese cosa de todos los días.
Estoy segura de que si la víctima (y ojalá que no suceda nunca) fuese una legisladora de Salta, sus colegas británicas serían de las primeras en expresar su condena.
Quizá haya sido mejor que las feministas a sueldo no dijeran nada, porque para leer barbaridades del tipo «si era inglesa bien merecido se lo tiene», siempre es mejor pensar que entre las que guardaron silencio hay alguna que, al menos, calló por respeto.
Las feministas y el diccionario
Mientras todo esto sucede, en Salta podemos leer algunas bellezas lingüísticas como la siguiente:La autora de este tuit, en el que se utiliza un verbo inexistente («desafuerar») y se omite el verbo correcto («desaforar») es, según ella misma, Directora del Observatorio de Violencia contra las Mujeres de Salta.Me desilusiona profundamente los/as legisladores q no desafueran a De Vido para q de explicaciones ante la ley.
— Pamela Eleonora Ares (@eleonoraares) June 16, 2016
Claro está que su trabajo consiste en defender a las mujeres, no a la lengua que hablamos. Pero si las mujeres de Salta llegan en algún momento a identificarse con personas que cometen errores de escritura tan impresentables, es que la batalla por la igualdad entre los sexos está perdida en Salta de antemano.
