
En ninguna parte está escrito que los militares retirados deban despojarse de su cualidad de ciudadanos, por el solo hecho de haber sido militares, y que no puedan participar de la vida cívica del país al que han servido.
Aquellas personas que, como el diputado provincial Claudio del Pla piensan que la condición militar evoca inmediatamente los peores fantasmas del autoritarismo y la dictadura, tropiezan con el factor tiempo, pues militares como Pulleiro no pudieron jamás haber tomado parte en los sucesos que ensangrentaron al país en un momento oscuro de nuestra historia.
Es sumamente extraño, pero Del Pla acusa a Pulleiro simplemente de un supuesto «delito de opinión», y no de haber sido autor, cómplice, encubridor o partícipe de ningún crimen de lesa humanidad. Criminalizar la opinión libre no es de demócratas.
Los reproches a la designación del coronel Pulleiro se basan, al parecer, en un discurso pronunciado por este militar en el año 2017, cuando era jefe del Ejército en Salta. En aquella ocasión Pulleiro se refirió al combate de Manchalá, librado en el pueblo homónimo de la Provincia de Tucumán, en el año 1975, reivindicando la actuación de no más de quince soldados que fueron atacados por una columna armada del irregular Ejército Revolucionario del Pueblo, mientras los primeros pintaban una escuela.
De esta revindicación, el diputado Del Pla saca como conclusión que el coronel Pulleiro reivindicó también el denominado Operativo Independencia, como si este hubiese sido diseñado y puesto en acción por la dictadura militar. De lo que no se puede dudar es que el denominado Operativo Independencia fue una operación de defensa nacional y así consta en los debates parlamentarios y en los documentos de la época.
Su puesta en acción no fue una decisión de los militares, ni siquiera del gobierno de entonces. Al contrario, fue una decisión del conjunto de las instituciones del Estado, incluido el Congreso Nacional, que debatió entonces de forma intensa la actitud que el gobierno debía adoptar frente a la amenaza disgregadora de fuerzas paramilitares organizadas que pretendían instaurar por vías violentas un gobierno paralelo -evidentemente no democrático- en la Provincia de Tucumán.
Es decir que, aun concediendo que del discurso del coronel Pulleiro en relación con una acción militar concreta se pudiera derivar una reivindicación global del Operativo Independencia, lo que escapa a la limitada visión del diputado Del Pla es la distinción elemental entre los métodos represivos legales empleados por un gobierno legítimo y formalmente democrático, y los métodos del llamado terrorismo de Estado, que son los que el Ejército pone en marcha después del 24 de marzo de 1976, cuando las decisiones represivas ya no son adoptadas por la representación de la soberanía nacional sino que pasan a ser adoptadas por un grupo reducido de militares, sin ningún control democrático ni judicial.
En idioma portugués, pulheiro es la «pessoa que gosta de dizer pulhas». A su vez, las «pulhas» son expresiones agudas y picantes dichas con prontitud. De este idioma, ambas palabras han saltado al gallego, lengua que casi con seguridad han hablado los antepasados del flamante ministro salteño.
En este sentido, el coronel Pulleiro ha reaccionado con bastante elegancia, ingenio y prontitud, al defender que cuando ocurrieron aquellos hechos, él era muy joven, que su formación militar comenzó en 1982, pocos meses antes de la restauración democrática, y que su carrera se desarrolló casi en su integridad bajo gobiernos civiles y democráticos.
Del Pla, que debe de haber tenido unos 18 años cuando se desató el terrorismo de Estado en la Argentina, debería en cambio explicar a quienes le votaron, y hacerlo sin tantas «pulhas», por qué razón, cuarenta y cinco años después reivindica desde las instituciones de Salta el terrorismo de signo opuesto, que es el que finalmente determinó el ataque del ERP a la escuela de Manchalá y explicarnos a todos cuáles son los valores de convivencia democrática que tal ataque se propuso rescatar o defender.
Y si por cualquier circunstancia, el activo y lenguaraz diputado no consiguiera salir del paso con una explicación razonable, le convendría leer los debates parlamentarios del año 1975, para, entre otras cosas, enterarse qué es lo que pensaban legisladores de izquierda como él de las andanzas del ERP en la Provincia de Tucumán. Quizá estas lecturas le resulten de provecho, y pueda empezar con ellas a desentrañar los misteriosos mecanismos que han hecho que el Partido Obrero, del que él forma parte, haya virtualmente desaparecido en solo cuatro años de las instituciones provinciales.