Los niños ricos frente al desafío climático y ambiental

  • La intervención de la pequeña Greta Thunberg en las Naciones Unidas no ha dejado indiferentes a los argentinos; ni a los que están decididamente a favor de luchar contra el cambio climático, ni a los negacionistas.
  • Más fascistas que Salvini

Me ha llamado la atención, eso sí, que los ataques personales que se han dirigido desde la Argentina a esta tenaz adolescente sueca hayan intentado descalificar su discurso diciendo de él algo así como que se trata del desvarío de «una niña rica».


Inmediatamente me vino a la memoria el insulto que hace pocos meses dirigió el exministro del Interior de Italia, Matteo Salvini a la joven y valiente capitana Carola Rackete, quien desafiando el cierre del puerto de Lampedusa y la falta de autorización del gobierno dirigió uno de los barcos de la organización alemana Sea-Watch a tierra firme para salvar la vida de unos 50 hombres y mujeres que se hallaban a la deriva en alta mar frente a las costas de Libia.

En aquella oportunidad, el deslenguado señor Salvini etiquetó a la capitana Rackete como «una niña rica alemana».

Ahora bien, me pregunto yo si los ricos (sean niños, jóvenes, adultos o viejos), por el solo hecho de ser ricos no tienen que tener miedo por el futuro del clima o si su corazón debe ser de piedra frente al sufrimiento de seres humanos en riesgo de muerte.

Parece ser que, para un cierto grupo de argentinos, al medioambiente solo lo deben de cuidar los pobres, mientras que los ricos son más bien sus enemigos (los que desforestan a mansalva la tierra que les pertenece, pero que en realidad debería pertenecer a los aborígenes y a los pobres).

Y ni hablar de sean los ricos los que salven a gente a punto de morir de hambre y de infecciones en alta mar. Si no son los pobres los que se lanzan a salvarlos, no se trata de una «epopeya».

La reacción contra Greta Thunberg en la Argentina es igual a la de Salvini contra Rackete: un ajuste de cuentas entre el Sur y el Norte.

O para decirlo con mayor claridad todavía: la xenofobia fascista disfrazada de rechazo de clase.

Para algunos argentinos, todos los europeos son ricos y, Greta, por vivir en Suecia (país en el que hay poca pobreza, es verdad) es también «rica».

Para algunos argentinos, contaminan más las mascotas europeas que las vacas de la pampa húmeda y sus pedos de metano. Pero solo porque viven en Europa, porque, a decir verdad, las mascotas del viejo continente son aproximadamente iguales a las mascotas que viven en la Argentina. No encuentro yo una diferencia de «huella de carbono» entre un perro austriaco y un caschi callejero de Cerrillos.

La descalificación de «niña rica» debe de ser feroz, porque la capitana Rackete -después de que la policía italiana la haya liberado tras ser detenida por su osadía- tuvo que salir a aclarar que ella no es rica ni nunca lo fue. Desconozco el caso de Thunberg, pero ¿y si lo fuera? ¿tenemos que mandarla a callar la boca porque es rica?

Todo esto me parece un poco raro, puesto que en la Argentina el voto popular se dirige casi siempre a los políticos más ricos, a los que más propiedades, ahorros y activos financieros poseen, como lo demuestra la reciente publicación de las declaraciones patrimoniales de los candidatos. Apuesto a que ni Greta Thunberg ni su familia tienen una millonésima parte del dinero que tienen los principales políticos y algunos sindicalistas argentinos.

Y ni hablar de Salta, en donde vienen gobernando los millonarios casi desde que se organizó el país, con la probable excepción de Carlos Xamena y Miguel Ragone.

Vamos a quitarnos la careta. La pequeña sueca nos puede caer muy mal, y muchos de nosotros podemos no estar de acuerdo con su discurso melodramático, pero lo que no se puede hacer es dejar de escucharla y tratar de enviarla al infierno solo porque los suecos tienen un Estado del Bienestar que funciona y la Argentina no tiene nada parecido. Antes éramos eurófobos por el viejo asunto del colonialismo; ahora somos eurófobos por envidia social y política.

Sigamos maldiciendo a la suequita por lo que ha dicho de nuestras vacas pedorras y cada vez nos pareceremos más a Salvini. Mucho más que Salvini mismo.