
El espectacular giro que en los últimos meses ha dado la investigación de las muertes de Luján Peñalva y Yanina Nuesch no es fruto de la casualidad, de la improvisación o de la mala conciencia de algunas personas con poder. Al contrario, se debe a la férrea determinación de un puñado de personas convencidas de la necesidad de hacer justicia, mediante el hallazgo de la verdad y el castigo de los culpables.
Entre esas personas se cuenta, sin dudas, a Facundo Singh Peñalva, un salteño de 32 años, residente en los Estados Unidos, primo de Luján e hijo de Marisa Peñalva, la mujer que con su valentía y perseverancia está haciendo temblar los cimientos de una temible estructura de poder que busca por todos los medios alejar a los salteños de la verdad y escamotearles la justicia.
Facundo ha visitado Madrid y llevado a esta ciudad su mensaje sereno pero convencido de que la muerte de su prima Luján y de su amiga Yanina Nuesch es un hecho criminal que merece ser investigado en profundidad. A más de cinco años del hallazgo de los cuerpos, en un descampado cercano al río Ancho, la familia Peñalva cuenta con sólidos elementos de convicción que apuntan en dos direcciones muy claras: la de un crimen irresuelto y la de un «direccionamiento» de la investigación impulsado por intereses cercanos al gobierno provincial.
«Pensamos que hay un intento de bloquear la actuación de la justicia», nos dice Facundo durante una prolongada charla en las proximidades de la Plaza de Castilla, en Madrid.
Para el joven salteño, que estudió relaciones internacionales y que hoy trabaja para una de las más importantes compañías aéreas del mundo, hay varios indicios de una conexión entre las personas que la familia señala como posibles culpables del hecho y el gobierno provincial.
A pesar de esta inquietante certeza, Facundo Singh no cree que el Gobernador de la Provincia tenga malas intenciones ni que pretenda tapar el asunto. Para él, Urtubey cometió un error, «quizá porque pensó que iba a ser un caso más; porque lo de las turistas francesas era reciente y a lo mejor pensó que todo iba a quedar ahí».
Audiencia frustrada con el Gobernador
Reconoce que pidió una audiencia con el Gobernador pero que este no quiso atenderlo, que no le dio razones pero que tampoco tenía grandes expectativas en torno al encuentro que finalmente no se produjo. «No pretendía pedirle su ayuda, ni intentar 'hacer las paces'. Simplemente quería que dejase actuar a la justicia con libertad y decirle mirándole a los ojos: 'esta es tu oportunidad de hacer las cosas bien'», nos aclara.Durante el tiempo transcurrido desde las muertes, la relación de la familia Peñalva con el gobierno experimentó muchos cambios, comenta Facundo. «Pero siempre estuvimos distantes. En un principio, Gustavo (el padre de Luján) se reunió con el Gobernador, pero salió desmoralizado del encuentro. A Gustavo no le gustó la forma en que Urtubey le respondió. Tampoco le pareció bien que el Gobernador desconociera aspectos elementales del caso». En aquel temprano encuentro, Urtubey no tuvo palabras de consuelo para el padre doliente; tampoco hizo ningún gesto que hiciera intuir que su propósito era el de hacer avanzar la investigación judicial, dice Facundo.
«No es cierto que Gustavo Peñalva tuviera una simpatía por Urtubey antes del hecho. Lo desmiento. Gustavo, como cualquier otro ciudadano neutral, no estaba ni a favor ni en contra», afirma convencido nuestro interlocutor. «Todo cambió sin embargo cuando el Gobernador dio la conferencia de prensa y dijo sin vacilar que fue un suicidio. Lo hizo inmediatamente después del hallazgo de los cuerpos. Nosotros lo interpretamos como una forma importante de poner presión. Entonces nos dijimos: ¡Hey! aquí hay un direccionamiento de la causa».
«En aquel momento, casi todos nos decían que se trató de un suicidio, que estábamos locos o cegados por el dolor familiar. Nos reprochaban que pensásemos que el gobierno podía estar detrás de todo esto. Nos decían que era muy conspiranoico».
Respuesta firme a una pregunta inquietante
Pero la presión ambiental no consiguió doblegar a una familia unida, que en medio de un intenso dolor logró hacer un ejercicio de racionalidad muy poco frecuente. En un momento dado -nos confiesa Facundo- se reunió con su tío Gustavo Peñalva y, en términos muy serios, le dijo: «Vos sabés que yo estoy para lo que me necesites y haré lo que me pidas, pero consideremos por un segundo la situación sin ataduras ni prejuicios: ¿Crees que Luján se pudo haber suicidado?».La respuesta fue tan firme y tan seria como la pregunta: «Facundo, despreocupate. Yo también me lo pregunté con todo el dolor del alma. Lo consideré. Y no hay forma». Era la respuesta de un padre que conocía al detalle la evolución de la personalidad de su hija adolescente y que controlaba, hasta límites casi obsesivos, todos los aspectos relacionados con su crianza y su educación.
«A las pocas semanas nosotros hicimos, con nuestros propios medios, la reconstrucción del hecho, que nos terminó de demostrar que no había forma física posible de que se hubiera tratado de un suicidio. Ya no era una imposibilidad lógica: se trataba de una imposibilidad de orden físico. Desde ese momento no hubo marcha atrás. Supimos con certeza que había un direccionamiento y nos propusimos luchar contra él, con la intención de hacer resplandecer la verdad y evitar de que se produzcan en el futuro sucesos tan desgraciados como este».
Para Facundo Singh Peñalva existen sospechas de manipulación de la investigación hasta en las conclusiones de la autopsia. «Nosotros teníamos el peso de Luján, porque se lo habían tomado en la escuela pocos días antes. En el informe final de la autopsia hicieron figurar algo así como nueve kilos menos, en una maniobra que nosotros interpretamos como encaminada a justificar la hipótesis del suicidio, por aquello de que una de las chicas cargó con el peso de la otra», afirma Facundo.
El destacado papel de Marisa Peñalva
Sobre el papel que ha jugado su madre -Marisa- en el llamativo giro de la investigación judicial, que, como es sabido, se materializó con la reciente decisión de la jueza Mónica Alejandra Mukdsi de proceder a la reapertura del caso judicial, Facundo nos dice: «Mi madre es una persona muy valiente, sin lugar a dudas. Ha recorrido medio mundo llevando un mensaje muy claro a favor de las víctimas y de la justicia. Pero se desespera por estar en Salta y por hacer cosas allí en momentos cruciales. De hecho, hace poco se tomó el primer avión para reafirmar con su presencia la determinación familiar de investigar hasta las últimas consecuencias. Si bien somos una familia unida, está claro que nadie está preparado para esto. Pero mi madre, en su caso particular, tiene un compromiso con la memoria de Luján que es muy intenso y tiene fundamentos muy profundos. Era su ahijada, no lo olvides».Facundo nos comenta su extrañeza sobre un comentario periodístico que sostenía el argumento de que «la justicia es para pocos» y que pretendía minimizar la lucha de la familia Peñalva sugiriendo que tiene dinero y medios para obtener la justicia. «Si supieran...», dice. «Tenemos recursos, como mi trabajo, para poder viajar, o la suerte de que mi madre no tiene la necesidad de trabajar. Pero, desde luego, plata no. Gustavo, el padre de Luján, es soldador. Lo que tenemos es determinación más que nada, mucha determinación».
Una estrategia de comunicación eficiente
Una determinación que aflora en cada palabra, en cada gesto, en cada reproche, en cada elogio. Facundo Singh Peñalva es todo menos un improvisado en materia de comunicación y de estrategia. De hecho fue él el primero que, en medio de un dolor familiar tan intenso, llevó a los medios su palabra. «Por aquella época estaba estudiando la materia Estrategia en mi carrera. Rápidamente me di cuenta de que estábamos iluminados en ese momento. Es todo coincidencia en este punto, pero recuerdo muy claramente que en aquel momento, sin saber aún muy bien lo que estaba pasando, dije a mi familia: tenemos que ser muy inteligentes con los medios, porque si hay alguna forma de meter presión, es con los medios».Desde el momento en que se comprobó que Luján y su amiga habían desaparecido, la familia Peñalva demostró una inusual capacidad para conectar con los medios nacionales. Consiguieron instalar la búsqueda en 300 puntos de Facebook y en todos los períodicos de la Argentina. «Y lo abrimos al caso, que se hizo conocido por eso y más tarde por la coincidencia con el asesinato de las turistas francesas. Todo eso mantuvo el interés de la gente y la presión sobre el gobierno», dice Facundo.
El duro camino de la lucha por la justicia
Con reservas que parecen muy razonables, Facundo Singh Peñalva disecciona a la sociedad salteña. «Hay salteños decentes y muchos. Lo que pasa es que no son muy activos y les cuesta comprometerse y apoyar. Los familiares que marchan contra la impunidad todos los viernes son un puñado de gente. Es una lástima porque nadie sabe cuándo le puede tocar a uno».Por estas horas, Facundo Singh Peñalva vuela de regreso a su casa. Un joven que vivió toda su niñez en Salta, hasta los 9 años y que hasta los 18 alternó periodos de residencia en la Argentina y en los Estados Unidos. Vivió también en Colombia y en El Galpón, el pueblo en donde vivía su abuela. Hoy, en su acelerada y meritoria carrera hacia la madurez, ha visitado Europa, como lo hizo antes su madre, para llevar un mensaje que no tiene dobleces ni cartas escondidas: la verdad, la justicia y la ley por encima de todo.