
El modus operandi era siempre el mismo. Vestido de negro de la cabeza a los pies y con el rostro dismulado por una capucha, Abbas esperaba a que cayera la noche para agredir a sus víctimas. El lugar preferido para sus ataques era el 8vo arrondissement lyonés, un barrio de estudiantes en donde el antiguo chofer tenía la costumbre de amenazar a sus víctimas -todas ellas veinteañeras- con un cuchillo, antes de abusar sexualmente de ellas.
Seis mujeres de entre 22 y 26 años fueron violadas de esta manera, tres de las cuales eran estudiantes.
En aquel momento, la psicosis alcanzó tal magnitud, que las universidades de Lyon 1 y Lyon 2 advirtieron de la gravedad del asunto a unos 30.000 estudiantes, a través de mensajes de correo electrónico.
Mientras tanto, resultaba imposible para los investigadores dar con el violador. El ADN hallado en el lugar de las agresiones no aparecía ni en el archivo de delincuentes sexuales ni en Fichero Nacional Automatizado de Huellas Genéticas (FNAEG), ni en el de las personas buscadas por la policía.
Pero a comienzos de 2014, Abbas fue sorprendido en flagrante delito de violación en un parking de la ciudad de Lyon, el mismo en donde había abusado de su cuarta víctima, hacía un año atrás.
Detenido y procesado, el hombre reconocerá la última violación, pero su responsabilidad en las anteriores agresiones solo será posible establecer gracias a un significativo avance científico: la elaboración de un retrato robot a partir de ADN.
Hasta entonces, el dibujo del rostro del agresor solo era posible a partir de la declaración de las víctimas. Pero los técnicos de la policía científica se volcaron directamente en los cromosomas del sospechoso hallado en los lugares de los crímenes para realizar su retrato robot. De este modo, gracias al ADN de una sola célula, los investigadores pueden conocer datos como el color de la piel, el de los ojos y los cabellos del violador, así como la forma de su rostro.
«Reconozco todos los hechos», ha declarado Kamel Abbas, impasible pero rendido ante el peso de la evidencia, durante el primer día de su juicio penal ante la Cour d'Assises du Rhône. La fiscalía ha solicitado para él una pena de reclusión criminal de veinte años, el máximo previsto por la ley para las violaciones con armas.
El abogado general ha subrayado durante el proceso la «perversidad y peligrosidad de este depredador sexual», que planificaba y premeditaba sus crímenes. La requisitoria habla también de «sadismo», con una progresión de la violencia física y sexual.
Fuente: www.lenouveaudetective.com