Bouvier marca el tiempo de la política de Salta

A Jean-Michel Bouvier no le han hecho falta más que 48 horas para convertirse en el gran animador de la política salteña en estos tiempos cálidos de la prenavidad, en que todo se mueve con una lentitud pasmosa.

La presencia de Bouvier en Salta inspira sentimientos contradictorios. Por un lado, despierta la simpatía del salteño medio que valora su determinación y su valentía para exigir justicia en condiciones francamente desfavorables y, por el otro, estimula el recelo de los que ejercen el poder, pues ellos ven en el ciudadano francés y en su obstinada búsqueda de la verdad una seria amenaza a la incolumidad de sus privilegios.

Bouvier ha encadenado hoy dos importantísimas reuniones. Una con el presidente de la Corte de Justicia, Guillermo Catalano, la otra con el gobernador Juan Manuel Urtubey y su Ministra de Justicia, Pamela Calletti.

Nadie puede racionalmente imaginar que Catalano o Urtubey se han sentado frente a Bouvier para «ponerlo al tanto de la marcha del expediente», pues es bastante sabido que Bouvier conoce mucho más del expediente y de su tramitación que cualquier otra persona en Salta. No le hace falta darse de codazos en la mesa de entradas del tribunal para saber exactamente qué sucede alrededor de la causa penal en la que se investiga el asesinato de su hija.

Las reuniones de esta mañana han tenido, pues, otro cariz y otro tono, muy diferente al que se esperaba. Sobre todo muy diferente al tono con que han especulado estos días los medios afines al gobierno. Bouvier lo ha dejado claro: respeta a las autoridades de Salta, pero sus tiempos son muy diferentes a los judiciales. Si las instituciones salteñas no son capaces de dar un paso adelante en la búsqueda de la verdad, Bouvier actuará y lo hará de forma contundente, como lo ha anunciado en París la semana pasada.

Todo indica que el ciudadano francés no se ha dejado envolver hoy por las buenas palabras de uno y otro; que no se ha conformado ni se conformará con alusiones tan superficiales como inciertas a la independencia del Poder Judicial o la calidad de instituciones de Salta. Bouvier no está en Salta para escuchar banalidades ni para comer humitas, de modo que cuando llegue el 29 de diciembre, si las respuestas no llegan, su reacción no se hará esperar.

Bouvier tiene en su portafolio un prolijo mapa institucional de Salta. Conoce al dedillo las debilidades del entramado judicial, así como la red de complicidades políticas que operan en discreto segundo plano para retrasar la resolución del expediente. Cuenta con el apoyo explícito del Quai d'Orsay y contactos importantes para llegar al presidente Macri cuando la ocasión así lo requiera.

En consecuencia, es absurdo pensar que Bouvier aceptará de buen grado las evasivas del gobierno o los argumentos dilatorios de los jueces. Es improbable que regrese a Francia con las manos vacías para quedarse allí de brazos cruzados. Lo razonable es pensar que Bouvier está calculando minuciosamente los tiempos de su actuación; que solo él y nadie más que él sabe cuándo actuará y en qué dirección lo hará. Pero hay algo todavía más cierto: cuando Bouvier actúe, lo hará con su acostumbrada decisión y pasando por encima de la vergonzosa impavidez de sus abogados salteños.

Su reacción sigue siendo todo un misterio para las autoridades de Salta y un motivo de preocupación mayor para quienes están organizando el lanzamiento de la futura candidatura presidencial del gobernador Urtubey.