
El cambio de nombre de la avenida Virrey Toledo por el de Bicentenario de la Batalla de Salta ha sido, como todo el mundo sabe, traumático.
La medida, adoptada por una mayoría coyuntural del Concejo Deliberante de la Municipalidad de Salta, se puede valorar desde dos puntos de vista diferentes: uno, el de la oportunidad y conveniencia política; otro, del uso efectivo que de la nueva denominación hacen los vecinos de la ciudad.
El acierto político de la medida es discutible, como lo demuestra el hecho de que un grupo importante de concejales que se opusieron a su adopción intentaron en su momento evitar que se llevara a efecto acudiendo a los tribunales, sin éxito, como todo el mundo sabe. Aún hoy se escuchan voces que reclaman que se restituya a esta avenida su nombre anterior.
Quienes así lo pretenden recuerdan, con bastante razón, que el Virrey Toledo no fue una figura histórica tan poco agradable al recuerdo de los habitantes de la ciudad como pudieran serlo, por ejemplo, el Mariscal Petain en Francia o el general Millán Astray en España. Quienes desean mantener el nombre de Bicentenario de la Batalla de Salta destacan sobre todo el valor del hecho bélico cuya memoria se pretende perpetuar, a veces sin darse cuenta de que si no hubiera sido por el Virrey Toledo, casi con seguridad no hubiera habido una batalla en esta parte del valle.
Del otro lado, la gran mayoría de los salteños -excepto los burócratas, que son muchos- sigue llamando a la calle como se ha llamado siempre. Algunos lo hacen por rebeldía y otros simplemente porque les parece que el nuevo nombre es demasiado largo y complicado, tanto para pronunciarlo como para escribirlo.
Pasado el tiempo, la gente en Salta tiene la sensación de que la reversión del nombre no será tan fácil como algunos proponen. Por muchos motivos, entre los que sobresale la afrenta histórica que supondría que el bicentenario de la batalla de Salta se quedara sin un nombre en el callejero de la ciudad.
Pero un dilema aparente como este tiene una solución muy fácil, que me gustaría comentar de la forma más breve que me sea posible.
La idea consiste en que la avenida tenga los dos nombres y que los dos puedan ser utilizados indistintamente, uno como alias del otro, como se hace, por ejemplo, con las direcciones de correo electrónico.
Hay en el mundo una apreciable cantidad de vías urbanas que tienen dos denominaciones oficiales. Unas veces porque la autoridad no ha tenido más remedio que admitir los nombres que los vecinos de las ciudades, de forma espontánea, les dan a las calles que se llaman de otra forma. Y otras porque existe una marcada tendencia a otorgar a las calles un segundo nombre, generalmente honorario, para recordar a los lugareños prominentes o acontecimientos locales relevantes.
Se habla mucho de la confusión y los peligros del extravío o el mal enrutamiento de la correspondencia, pero cosas como estas solo ocurrirían si dos o más calles diferentes llevaran el mismo nombre, y no cuando una calle tiene dos nombres. El correo (la policía, los juzgados, los bomberos, etc.) deberían ser capaces de hacer llegar sus servicios exactamente igual si son requeridos de la avenida Virrey Toledo 425 que si lo son de la avenida Bicentenario de la Batalla de Salta 425.
Algunos ejemplos
En París, la estación de Métro llamada Europe (de la línea 2, que une Porte Dauphine con Nation) lleva ahora también el nombre de Simone Veil, en homenaje a la antigua ministra de Sanidad, recientemente fallecida.En el elegante suburbio parisino de Neuilly-sur-Seine (donde murió Juan Bautista Alberdi), una parte de la avenue du Roule lleva el nombre de Achille Peretti, en memoria del antiguo alcalde de la ciudad.
En la ciudad norteamericana de Chicago existe desde 1984 un proyecto para honrar a residentes locales llamando con su nombre las calles de la ciudad, que conservan su nombre original. Desde entonces, Chicago ha otorgado casi 1.300 nombres nuevos a sus calles, como los de Bob Fosse, Hugh Hefner y Oprah Winfrey.
En los últimos años la experiencia se ha extenido a otras muchas ciudades, como Nueva York, en donde los residentes pueden encontrarse con un Joey Ramone place en East Village. En Bakersfield hay un Merle Haggard Drive; en Providence, Rhode Island, recientemente se ha inaugurado el Jeffrey Osborne Way. Hay una nueva Burt Reynolds Road en West Palm Beach, Florida. En Dallas hay un Herb Kelleher Way, denominado así por el fundador de Southwest Airlines.
Y así en muchas otras en donde el signo honorario no reemplaza el nombre original de la calle. Bien es cierto que hay algunas ciudades que no los reconocen como nombres oficiales de las calles, pero algunas ciudades sí lo hacen. Por ejemplo, el alcalde de Austin, Lee Leffingwell dejó en claro el año pasado que los residentes de Willie Nelson Way podrían recibir correo usando cualquiera de los dos nombres de la calle.
¿Qué es lo que impide que lo hagamos en Salta de esta forma?
Aunque no lo he comprobado por falta de tiempo y de recursos, es casi seguro que la normativa municipal no obliga de ninguna manera al uso de un nombre único y que hasta ahora no se ha intentado esta solución, por el gran peso que tiene la tradición de las calles con un solo nombre. Pero la avenida Virrey Toledo podría tener tranquilamente los dos, a condición de que la autoridad municipal competente sancione una ordenanza que despeje cualquier duda acerca de la identificación de la calle. De hacerlo así, el correo, los bomberos o la policía no tendrían escapatoria.
Si el Concejo Deliberante hiciera algo como esto, el coste político para los concejales sería mínimo, ya que no solamente no se elimina el nombre de Bicentenario de la Batalla de Salta, que se conserva, sino que también se restituye el nombre injustamente suprimido. Si los que le cambiaron el nombre protestaran por la medida, quedarían claramente en evidencia, pues durante toda la tramitación de la ordenanza defendieron que no se trataba de denigrar la memoria del Virrey Toledo sino de exaltar la efeméride salteña. Si ahora se opusieran al doble nombre, quedaría bastante patente que lo que querían era eliminar al Virrey más que honrar la historia de la independencia.