Álvaro Ulloa le responde a Durand Cornejo y revaloriza el trabajo de los maestros de Salta

  • El delegado en Salta del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, Álvaro Ulloa de la Serna, ha salido al paso de las críticas vertidas por el senador provincial Guillermo Durand Cornejo contra el trabajo de los docentes en Salta, su nivel formativo y su derecho a percibir el salario de los días no trabajados por huelga.
  • Una respuesta contundente

El texto completo de la declaración de Ulloa, publicado en su cuenta de Facebook, es el siguiente:


Leo a Durand Cornejo declarar que piensa que no habría que pagarle a los docentes los días no trabajados, también lo leo descreyendo de la recuperación de los días perdidos y de la capacidad de estos docentes para enseñar a nuestros niños.

Al pagarle a aquellos que no van a trabajar se establece una relación de desigualdad dice.

Pienso que ser dirigente político exige mirar esa respuesta y fijar posición, aunque incomode y aunque cueste y me deje en minoría.

Conozco muchos docentes, les diría que conozco más docentes que a cualquier otra rama del empleo público.

Conozco mejores y peores como todos. Pero me tomé el trabajo de intentar conocer su tarea y sus condiciones de labor. Conozco docentes que todas las mañanas se plantan frente a treinta chicos y consiguen en cuatro horas durante semanas enseñar el abecedario y a sumar y restar, el himno, la geografía argentina y que San Martín cruzó los Andes para liberar Argentina, Chile y Perú.

También les pedimos que enseñen higiene y modales y a cruzar las calles y antes a rezar y hoy educación sexual integral.

Que sean capaces de separar una pelea y evitar el bullying y a educar con celular y sin celular y a leer buenos libros y ortografía y un poco de caligrafía porque si no no entendemos la letra.

Que corrijan las pruebas y escuchen a los padres contarles que su hijo estudia mucho pero no le va bien, pero que por favor sea capaz de prestarle atención estos días porque las cosas en la casa no están bien y el hijo está sintiéndolo. Y a veces el pedido no es amable, a veces, demasiadas veces, es con gritos e insultos.

Les pedimos que enseñen a ese chico que es disléxico y a aquel otro que perdió la vista o que nació sordo o que le cuesta más que al resto y que lo haga con profesionalismo y amor y vocación, porque aprendimos que los docentes también debieran tener vocación y en esa palabra justificamos un sueldo escaso y condiciones adversas, como si eso se salvase con vocación.

En las escuelas rurales le pedimos que cocine y que despioje y que cure y que les cuente cuentos y que los lleve al baño y que les cosa la ropa y se ocupe de que se laven los dientes y que le presten atención al compañerito nuevo que vive lejos y se queda en la escuela albergue y extraña a su mamá y a sus hermanitos.

Les pedimos que les enseñe de nuestra patria y de nuestra bandera y que los empiece a capacitar para ese futuro que nadie sabe muy bien como se presenta pero que todos suponemos que va a exigir habilidades nuevas y cuando nos juntamos con nuestros amigos y charlamos del tema desde una posición muy cómoda decimos que los docentes no están capacitados para preparar chicos para ese futuro y alguno comenta que les pagamos mal pero otro recurre a la palabra vocación y encontramos la excusa para pagarles mal, antes tenían vocación decimos.

Me ha tocado dar capacitaciones, a treinta, cuarenta chicos y el esfuerzo que me implicó esa hora superó al esfuerzo de tres, cuatro horas de trabajo de oficina.

Y vuelvo al senador Durand Cornejo y a su idea que no habría que pagarles los días de huelga por la desigualdad que produce con los que trabajan y me pregunto cuántas horas a la semana trabajan él y su equipo, a qué hora entran, si les pagan presentismo, qué título les exigieron para trabajar, qué capacitación para tener puntaje, si alguna vez tuvieron la responsabilidad de treinta chicos a cargo, si alguna vez alguien les pidió vocación pública en vez de un buen sueldo y finalmente por qué en los dieciséis años que lleva como legislador no presentó ningún proyecto para que nuestros docentes se capaciten más.

Los paros docentes duelen, lastiman y sin dudas son un retroceso en nuestro crecimiento, debemos hacer lo posible para evitarlos y pareciéramos no tener buenas respuestas. Quizás una de ellas sería entender que un docente no es cualquier otro empleado público, que su trabajo es infinitamente más complejo y que el primer requisito para evitar los paros es valorar su trabajo.