Policía de Salta: entre la ultrabook y el timbre

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La Policía de nuestra Provincia, como ocurre con las peatonales de la ciudad, combinan de forma eficiente tradición con modernidad. El problema estriba en que, para combatir el delito y la inseguridad, algunas tradiciones -como las tecnologías antiguas- ya no sirven.

El señor de la foto es un alto comisario de la Policía de Salta, suspendido cautelarmente de sus funciones por el Ministro de Seguridad, a causa de una denuncia de maltrato físico a una mujer policía. Los hechos han sido prolijamente narrados por el diario El Tribuno, al que agradecemos el relato y la foto.

Pero dejando a un lado y por un momento el hecho que motivó la suspensión del comisario, nos hemos detenido en los detalles que adornan su prolija oficina policial, entre los que destacan una moderna computadora portátil de tipo ultrabook, un handy de fabricación japonesa, con varios vatios de potencia y amplio rango de frecuencias; un pequeño retrato de la Virgen María -infaltable símbolo del Estado-, un banderín con los colores de la enseña nacional y el control remoto de un moderno aparato de aire acondicionado split inverter.

Entre tanta modernidad puesta al servicio de la seguridad ciudadana y del combate contra el delito destaca, por contraste, un timbre embutido, que probablemente ha sido diseñado por la industria nacional en los años 30 del siglo pasado.

El timbre en cuestión está adherido a la parte de la pared revestida de madera machimbrada, en donde bien se podría haber colocado un pulsador exterior pero no uno de embutir. Se aprecia que el electricista policial, en vez de perforar el machimbre (cosa que le podría haber costado el puesto), decidió poner por delante de él una placa de madera barnizada del mismo color. Todo sea por poner un timbre embutido, que como una vez explicó un viejo electricista cerrillano, se diferencia de los otros «porque tienen el pezón dentro de la teta».

Demás está decir que la relación de la Policía de Salta con los embutidos es de larga data, hasta el punto de que existe una división «científica» especializada en la búsqueda y captura de chorizos, morcillas y butifarras de dudosa procedencia, que luego son sometidos al poderoso arsenal químico de la repartición para evitar que terminen en los estómagos de consumidores poco avisados.

Lo que cabe preguntarse ahora, sin embargo, es qué papel desempeña ese timbre antediluviano en el contexto de alta tecnología en que se desenvuelve la Policía de Salta y en plena revolución de las telecomunicaciones digitales instantáneas.

Una de las explicaciones posibles es que el timbre le permite al comisario enviar directamente un whatsapp a la cocina para que le envíen de inmediato una pava hirviendo para el mate. Otra, que el timbre sirva para una alarma general, audible en todo el «predio», que advierta a los subordinados que deben cesar en la práctica de determinados apremios, como los submarinos, cafés con leches, las pavas hirviendo y otros. Otra -finalmente- es pura especulación novelesca: que el timbre dispare ráfagas de corriente eléctrica alterna para algún dispositivo de mesa que requiera impulsos intermitentes en dosis controladas.

O tal vez el timbre ya no tenga utilidad alguna. Es decir, que permanezca adherido al machimbre para no dejar a la vista un agujero impresentable o la madera de otro color.

Por supuesto, los delincuentes -que no son tontos y también razonan- piensan que una Policía que mantiene y sigue utilizando dispositivos de comunicación tan primitivos como ese timbre exagera un poco cuando anuncia que va a instalar radares, derribar aviones y capturar drones al vuelo.