
En los últimos años, la histórica Plaza ha sido objeto de varias remodelaciones y reformas. Los sucesivos gobiernos e intendencias municipales han querido dejar su huella en este popular rectángulo, sin contar -claro está- con la influencia permanente que ejerce sobre él la iglesia católica, cuyo principal edificio se alza enfrente.
«Reformar la Plaza» se ha convertido así en un imperativo para cualquier gobierno que bien se precie.
Los señores Juan Urtubey y Miguel Isa -Gobernador e Intendente de Salta, respectivamente- no han querido ser menos que sus predecesores y por esta razón es que han suscrito un convenio con el influyente banquero Jorge Brito, que pondrá el dinero para «recuperar» y «poner en valor» la Plaza (por antonomasia) de los salteños.
Este saludable impulso reformador -que no se verifica en otros aspectos de la realidad, como por ejemplo las instituciones políticas- pone de manifiesto, o bien que nuestra Plaza se deteriora rápidamente (quizá porque los salteños somos muy destructivos), o bien que los criterios arquitectónicos, urbanísticos o paisajísticos con que se acometieron las anteriores remodelaciones no fueron los adecuados y que los salteños gastamos el dinero en balde.
Según el Diccionario, recuperar significa «volver a poner en servicio lo que ya estaba inservible». Es decir, que no se podría llevar a cabo la «recuperación» de la Plaza si ésta no se hubiera vuelto inservible.
Por otro lado, nadie puede poner algo «en valor» sino cuando ese algo lo ha perdido; lo que es lo mismo que decir: «cuando no se consigue de algo el beneficio que se espera y cuando algo no rinde lo suficiente y se debe crear para ello las condiciones necesarias».
Como cualquier obra humana destinada a un fin específico, la Plaza 9 de Julio se puede «mejorar», un verbo bastante menos pretencioso, que tiene sobre los otros la ventaja de que no prejuzga sobre el estado anterior de lo que se desea mejorar.
Pero si echamos un vistazo a las actuaciones que el gobierno y la Municipalidad se proponen realizar en la Plaza, podremos ver que su objetivo no es recuperar ni poner en valor este espacio, sino realizar lo que se conoce con el sencillo nombre de «mantenimiento»: recambio de 1.200 metros cuadrados de césped, reemplazo de 300 arbustos, reacondicionamiento de 65 bancos, colocación de basureros, arreglos en la glorieta y en la fuente de agua.
Las únicas mejoras (en sentido estricto) anunciadas son la de la iluminación y la del riego por aspersión.
En suma, que de recuperar la Plaza, nada (porque no se ha perdido ni se ha destruido ni se ha vuelto inservible); de poner en valor, tampoco (porque la Plaza no es una ruina y es y sigue siendo valiosa) y de mejorar, bastante poco.