
La confusión conceptual es mucho más grave que el error material cometido en el proceso de fabricación de las monedas. Se trata de un medio de comunicación que diariamente publica una importante cantidad de contenido escrito y cuyos redactores o responsables deberían saber el exacto alcance de ese conjunto de normas que conocemos como ortografía.
Es verdad que el typo o error tipográfico puede, a veces, ser similar al error ortográfico. Pero la errata material no ocurre por desconocimiento de la ortografía sino por un accidente tipográfico, como el que se produce cuando introducimos una letra equivocada por proximidad en el teclado.
En la actividad editorial -y esto el diario salteño debería saberlo- al trabajo de corregir la ortografía y los errores tipográficos de los textos se le llama con el nombre de «corrección ortotipográfica».
Poco ha faltado para que se califique el error tipográfico como «gramatical». Un medio que en sus informaciones cotidianas no distingue entre un feto y un neonato puede darse el lujo de decir que una letra accidentalmente colocada en lugar de otra agravia a aquella parte de la lingüística que estudia los elementos de una lengua y la forma en que estos se organizan y se combinan.
