Más que pedir a los jueces un 'lenguaje claro' debemos pedirles un 'lenguaje correcto'

Quien haya redactado el titular Un juzgado dejará de concurrir porque uno de sus empleados tiene síntomas de Covid-19, decididamente no conoce cuál es el significado del verbo concurrir.


Esta frase tan poco feliz impulsa inmediatamente a preguntarse a dónde concurren los juzgados (que normalmente permanecen fijos en su sitio) y, especialmente, con quién concurren.

No hay respuestas para ninguna de estas dos preguntas.

Si descendemos a la información, veremos que la primera línea de la noticia dice así: «La Corte de Justicia de Salta dispuso la no concurrencia del personal del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de Novena Nominación desde hoy y hasta el 22 de febrero inclusive».

Esta redacción es un poco menos mala que la anterior, pero aun así confunde «concurrencia» con «asistencia».

Desde luego una cosa es que no «concurra» un juzgado y otra cosa bien diferente es que su «personal» (sus empleados o trabajadores) no asista a su lugar habitual de trabajo.

Cuando son los propios jueces los que se reasgan las vestiduras por el empleo por parte de sus colegas de frases rebuscadas e incorrectas (como las de «plexo constitucional», «hacer lugar», «atento a que», «prueba testimonial» y tantas otras) parece un poco extraño que alguien, dentro de las oficinas judiciales, no sepa distinguir entre las acciones de «concurrir» y «asistir».

¿Qué utilidad reporta entonces leer tantos libros, tanta jurisprudencia y tantas sentencias? ¿No se supone que quienes leen y escriben mucho y lo hacen a diario usan el lenguaje mejor que los que no lo hacen?

Para impartir justicia hay algo más importante que usar un lenguaje claro y esto no es otra cosa que un lenguaje correcto.