
El Diccionario de la Lengua Española nos dice que la palabra «tribunalicio» es un adjetivo (un americanismo) que se emplea para calificar todo aquello que pertenece o es relativo a los tribunales, sin especificar si se refiere o no exclusivamente a los tribunales de justicia.
Como el Diccionario no aclara nada al respecto, es posible que este adjetivo se emplee para llamar a todo aquello que está relacionado con los aquellos tribunales ante los cuales se efectúan exámenes, oposiciones y otros certámenes o actos análogos.
De allí que las «prácticas tribunalicias», así, sin mayores precisiones, pueden tener lugar en los tribunales universitarios o en los que juzgan la mejor comparsa de los carnavales.
No es por dar ideas, pero ante la imprecisión de la palabra, tal vez sería conveniente que las llamadas «prácticas tribunalicias» se llamaran «prácticas laborales» o «prácticas profesionales», añadiendo en cualquiera de los dos casos «en tribunales de justicia».
Bien es sabido que la realidad «tribunalicia» es muy variada y abarca tanto lo bueno y lo provechoso para la formación laboral de una persona, como todo malo y desaconsejable para el futuro profesional de una persona. Para decirlo de una forma un poco más sencilla, aprender a desenvolverse en los tribunales de justicia implica, en algunos casos, aprender ciertas malas mañas que, desde el punto de vista lingüístico son innegablemente también «tribunalicias».
Si la intención de quienes han diseñado esta carrera (o este «programa», como ellos lo llaman) es que los aspirantes desarrollen habilidades y competencias relacionadas con el ejercicio de la abogacía o la práctica en los tribunales, bastaba con llamar a esta actividad «prácticas forenses», puesto que «forense» es todo aquello relativo o perteneciente al «foro».
Pero esta es un idea muy difícil de llevar a cabo en Salta, en donde la palabra «foro» es confundida a menudo con «fuero», de la misma forma que se confunden los verbos «avocar» y «abocar», que significan cosas diferentes, lo mismo que «en pos» no es lo mismo que «en pro».
A pesar de la extensión de su uso en el continente americano, el adjetivo. «tribunalicio» no es de los más felices; empezando porque no existe una disciplina científica con el nombre de «tribunalística» y terminando porque siempre es desaconsejable inventar adjetivos a partir de sustantivos.
Gracias a este atajo idiomático tan poco elegante es que hace hoy casi cincuenta años un hombre se presentó a la redacción de un diario de Salta que lo había dado por muerto, diciendo que en realidad lo habían encontrado inconsciente después de haber sufrido una agresión patoteril.