
Su desasosiego tiene motivos muy razonables en general, pero se podría decir que muchos de sus padecimientos como intendenta inexperta vienen de la mano de una muy deficiente política de comunicación.
Sin ir más lejos, el pasado viernes 7 de agosto, la página oficial de la Municipalidad de Salta informó sobre el resultado positivo de las pruebas de COVID-19 practicadas al señor Santiago Lynch, uno de los colaboradores más cercanos de la señora Romero.
El comunicado en cuestión es realmente temerario, puesto que al hacer un esfuerzo (inútil, por otra parte) para aclarar que el contagiado señor Lynch no presenta ningún síntoma de la enfermedad, quien haya redactado ese comunicado tuvo la infeliz ocurrencia de escribir lo siguiente:
«El funcionario y su familia se encuentran en excelente estado de salud, sin síntomas».
¡Vaya! Mientras buena parte del gobierno gasta enormes cantidades de dinero y el tiempo de sus máximos responsables políticos en «cuidar a la población», la intendenta Romero nos transmite que un positivo en COVID-19 se encuentra en un estado de salud excelente.
Mucha gente se preguntará entonces si no es mejor contraer la enfermedad que intentar esquivarla a toda costa, incluso sacrificando libertades fundamentales de los ciudadanos y metiendo en la cárcel a los que no cumplan las normas.
Definitivamente, el estado de salud del señor Lynch no puede ser excelente. Puede que felizmente no haya desarrollado síntomas, que se sienta bien físicamente o que lleve una vida normal, pero el solo hecho de tener el virus en el cuerpo impide hablar -como lo hace la Municipalidad de la señora Romero- de un estado de salud excelente.
Algunas personas con salud deficiente están pensando seriamente en contagiarse, puesto que si el tener COVID-19 les produce el mismo resultado que al señor Lynch, nada de peregrinar a Lourdes: sus penas y padecimientos pueden encontrar una solución definitiva con solo contraer esta enfermedad.
Durante el fin de semana, muchos salteños intentaron expresar públicamente sus deseos de que el funcionario contagiado se «recupere pronto», pero no les ha sido posible, puesto que lo único que se le podría desear al señor Lynch en este momento es que siga así tan bien como está con el SARS-Cov-2 instalado en sus mucosas.
A quien disfruta un estado de salud «excelente», por definición, no se le puede desear nada mejor.
