‘Lacra’, un mal insulto

  • Insultar es un arte sofisticado y no está precisamente al alcance de cualquiera.
  • Los vicios y defectos del uso de nuestro idioma

Para que el insulto surta el efecto deseado -esto es, que ofenda a quien va dirigido- no solo se necesita agudeza y rapidez para darle a la ofensa el fundamento, la elegancia y la inmediatez exacta, sino que también se requiere la concurrencia de dos elementos fundamentales: 1) que el insulto no sea producto de un arrebato momentáneo sino que anteponga la razón a los instintos más básicos, y 2) que se empleen las palabras con la mayor precisión.


A veces el insulto es un simple desahogo, pero cuando lo que pretende quien insulta es simplemente quedarse a gusto, todavía se necesita una cierta dosis de acierto a la hora de aplicar el tono adecuado y coherente con las palabras que se usan.

Por razones como esta, llama la atención que se haya generalizado entre nosotros el uso del sustantivo «lacra» como insulto y, más todavía, que se le haya dado el lugar de un insulto demoledor, pues no lo es en absoluto.

Si nos fijamos en los significados que recoge el Diccionario para el vocablo en cuestión, vamos a comprobar que lacra no es un nombre que se pueda aplicar a una persona, excepto en Cuba, en la República Dominicana, en el Uruguay y en Venezuela, en donde, según el DRAE, la palabra quiere decir «persona depravada».

El diccionario del español jurídico de la RAE dice, por su parte, que «lacra» significa alguna de estas dos cosas: 1) Señal que deja en una persona una enfermedad o un daño físico, y 2) Defecto o vicio que marcan a una persona o, especialmente, a la sociedad. Y pone como ejemplo de la segunda acepción una frase de la Sentencia del Tribunal Supremo español de fecha 31 de enero de 2012: «Parece ser que estos dos últimos Ejércitos no se ven afectados por la lacra de la droga».

Por tanto, en todos los demás países que hablan el español, lacra es una secuela o señal de una enfermedad o de un achaque, y, por extensión, se llama así también al vicio moral que marca a quien lo tiene.

Una «lacra» es, en consecuencia, algo que acompaña al individuo, mas no el individuo mismo. Se trata de una señal que a menudo es difícil de ocultar y que denuncia que un sujeto determinado ha padecido o padece una enfermedad o que posee un vicio moral que lo identifica y permite distinguirlo de los demás.

En los países que se utiliza «lacra» para llamar a una persona y no a cierta clase de sus defectos, se puede hablar tanto de «un lacra» o de «una lacra», pero solamente para dar a entender que la persona en cuestión es «demasiado viciada en sus costumbres».

Es decir, como tal insulto es bastante poca cosa, si lo comparamos con otras palabras un poco más contundentes que se emplean en nuestro idioma con la misma finalidad como escoria (cosa vil y de ninguna estimación), basura (cosa repugnante o despreciable) o simplemente rata (persona despreciable).

No debemos olvidar que -como alguna vez reflexionó Schopenhauer- el insulto es el último recurso cuando las demás artes de la argumentación han fracasado, cuando no queda nada más que hacer o decir, ya sea porque reprobamos una conducta, porque somos perjudicados por una estupidez o porque el otro o la otra no entiende las buenas razones.