
No es posible saber si el Gobernador revisa personalmente las frases que en su nombre se publican en su cuenta oficial de Twitter (a la que siguen casi 45.000 usuarios), pero de lo que no cabe ninguna duda es de que el mandatario está de acuerdo con lo que se publica y que los errores y excesos verbales de esa cuenta le son imputables de forma directa.
Anteayer, con ocasión de la triste noticia del fallecimiento de la periodista Mónica Petrocelli, el Gobernador de Salta ha publicado el siguiente tuit:
La entrega sin miramientos habla del compromiso en la vida y en su profesión.Quienes conocimos a Mónica Petrocelli,la recordamos con afecto
— Juan Manuel Urtubey (@UrtubeyJM) January 23, 2016
Decir que la fallecida tenía una entrega «sin miramientos» es faltar el respeto a su memoria.
En realidad, se dice que una persona obra «sin miramientos» cuando esa persona deja de observar el debido respeto, atención y circunspección al ejecutar una acción cualquiera.
Es decir que si la entrega de Mónica Petrocelli fue «sin miramientos», lo que ha querido decir Urtubey es que la periodista fallecida acostumbraba a faltar al respeto y a la consideración debida al prójimo cuando decía o hacía las cosas. Porque el «miramiento» no es otra cosa que ese cuidado especial que cada uno pone en sus acciones para no molestar a los demás.
Un asesino normalmente actúa «sin miramientos». Lo mismo que aquel que no se detiene a considerar las consecuencias de su actos cuando se trata de avasallar los derechos de los demás.
Si la «entrega» de Mónica Petrocelli fue digna de encomio (y no hay motivos para dudar de ello) lo peor que se podría haber dicho para adjetivarla, como se puede comprobar, es que fue «sin miramientos».
Si quería quedar bien, al Gobernador le bastaba hablar de entrega «incondicional», «generosa» o «sin límites». Con cualquiera de estos términos hubiera ahorrado caracteres y -lo que es más importante- hubiera evitado que su elogio a la difunta se convirtiera en una descortesía mayúscula y una falta de respeto a su memoria.