
La capilla que el Servicio Penitenciario de Salta construye en la cárcel de Tartagal es un claro ejemplo de cómo un mal diseño puede arruinar una buena idea.
Según la información oficial, el objetivo que persigue el gobierno con esta nueva construcción, es fortalecer la implementación de un programa de asistencia espiritual destinado a las personas privadas de libertad.
Pero tan loable objetivo se podría haber fortalecido un poco más con una capilla de líneas más espirituales y menos carcelarias que la que se construye en Tartagal y se puede apreciar en la fotografía. Una buena forma de demostrar respeto por la dignidad de las personas privadas de su libertad es proporcionarles recursos e instalaciones de calidad.
El proyecto de capilla -que no difiere mucho del de un galpón- contempla una edificación de 135 metros cuadrados que incluye salón, sacristía, baños y secretaría.
Algunos podrán decir, con razón, que la belleza de los templos no se halla en las paredes que lo sostienen sino en la presencia divina, pero lo que es indudable -desde hace siglos- es que la belleza material de los templos, aun en condiciones de austeridad, es una búsqueda constante que fortalece la espiritualidad y el ánimo de los creyentes.
Cuando la obra esté concluida, las actividades espirituales, incluidas las misas, que se realizan normalmente en el salón de usos múltiples de la cárcel, pasarán a realizarse en la nueva capilla, que acogerá comuniones y confirmaciones, grupos de oración y otras actividades que coordina la Pastoral Penitenciaria de Salta junto con el capellán.
Se estima que la capilla estará concluida en septiembre próximo, en coincidencia con los festejos de la Virgen de la Merced, patrona de la población penal.