El Partido Justicialista de Salta, huérfano y a la deriva después de las derrotas de Urtubey y Godoy

  • En las pasadas elecciones, los salteños hemos asistido a la implosión del Partido Justicialista, la fuerza política que ha gobernado durante 45 de los últimos 70 años.
  • Una situación inédita

Lo que para muchos constituye una anomalía institucional, para otros representa una oportunidad inmejorable para democratizar definitivamente a este partido, caído en desgracia desde que los millonarios con apetitos de poder se hicieron con el control del gobierno en Salta y, por añadidura, con el control del aparato del PJ.


Durante los pasados 24 años, el Partido Justicialista no ha tenido nada para aportar al gobierno. En su seno no han habido, debates ni estudios ni programas ni confrontaciones internas. Con el correr del tiempo, el PJ de Salta se ha ido convirtiendo en una inútil cáscara vacía, rendida en todo caso a los caprichos del poderoso de turno.

Cometería un grave error el gobernador electo Gustavo Sáenz si cediera a la tentación de hacerse con el control del Partido Justicialista, como muchos de los que lo siguen le están pidiendo.

Al PJ no le quedan sino dos salidas: democratizarse o desaparecer.

Lo primero será imposible si el futuro Gobernador se empecina en convertir al PJ en su propio feudo, como ya lo hicieron Romero y Urtubey, con los malos resultados democráticos que son de todos conocidos.

Sáenz debería demostrar que, por carácter y capacidad, no necesita al partido, que está por encima de él. Tarea que tiene al alcance de la mano, pues el nuevo Gobernador de Salta no fue electo en las listas del PJ y tiene ahora las manos libres para definir a voluntad la distancia que desea mantener con la estructura partidaria.

Es mejor ahora dejar que sea la justicia electoral la que decida el calendario de normalización del partido, a la vista de las tensiones y bloqueos que se están produciendo y las previsiones de conflictos en un futuro cercano. Si Urtubey y Godoy quieren seguir teniendo peso dentro de él, allá ellos. Pero ni el uno es ya Gobernador ni el otro es ya presidente de la Cámara de Diputados. Ambos se deberán pensar bien para qué quieren controlar el partido peronista y sus afiliados decidir en consecuencia.

Los afiliados, por su parte, deberán recordar que tanto Godoy como Urtubey, en vez de candidatearse por el PJ, lo han enfrentado en las urnas. El hijo de Godoy -recientemente electo diputado nacional- integró la lista de un frente del que no participó el Partido Justicialista. Gestos como este se pagan, no quedan impunes.

Si Sáenz decide no intervenir y dejar que el PJ elija a sus líderes según la voluntad de sus afiliados, seguramente ganará en transparencia y fiabilidad. Ya es hora de que los gobernadores se decidan a no acaparar más poder que el que pueden controlar y de que abandonen la tentación de convertir el PJ en partido hegemónico, porque esa condición no ayuda a la democracia, no ayuda a la gobernabilidad de Salta y rebaja notablemente la estatura del Gobernador que se propone conquistar el control del partido.