
A la hora de fundamentar su valioso proyecto de ley para que funcionen salas de lactancia en los edificios públicos de los tres poderes del Estado, el diputado ha dejado una frase cargada de ambigüedad: «El derecho de amamantar se debe observar desde una doble perspectiva».
Claro que el diputado no se refería a la «doble perspectiva» en términos de derecha e izquierda (quién no sabe que una piadosa Isabel Sarli tenía el derecho divino), sino a que, por un lado, la madre debe contar con las condiciones aptas para alimentar a su hijo y que, por el otro, al niño le debe ser reconocido y facilitado el derecho a la lactancia, una práctica que el diputado considera la mejor intervención para proteger la supervivencia, nutrición y desarrollo del niño.
Francamente, lo que no dice Godoy -aunque finamente lo insinúa- es que quien en mejores condiciones está para observar el amamantamiento desde una perspectiva doble no es el Estado provincial sino el niño, cuyo derecho a la lactancia puede entenderse duplicado.
Lo mejor de este proyecto, que acaba de ser aprobado por la Cámara de Diputados y ha pasado al Senado provincial para su revisión y sanción, es que su autor se hace cargo con la mayor seriedad de las dificultades que deben afrontar las madres trabajadoras o las ciudadanas que deben acudir a las oficinas públicas, que se ven obligadas a dar de mamar o a extraer la leche materna «en lugares incómodos y poco adecuados como, baños, oficinas o a la intemperie».
Este último fenómeno -el de la intemperie- es en principio ajeno a la Administración del Estado, que no tiene o debiera tener oficinas a la intemperie. Pero que desde que el intendente Isa decidió sacar la Municipalidad a los barrios, el Estado también funciona a cielo abierto. Así que después de que el proyecto de Godoy se convierta en ley, habrá salas de lactancia también en los gacebos municipales de los barrios y villas de Salta.