Mashur Lapad: El hombre que conoció a Doris Day antes de que fuese virgen

  • La Cámara de Senadores de Salta, a pesar de su renovación, sigue funcionando como un club de viejos amigos, en el que el más viejo y el más amigo de todos es el que sigue cortando el bacalao.
  • La perpetuación disfrazada de cambio

La noticia de que el senador provincial por el Departamento de Rivadavia, Mashur Lapad seguirá siendo el vicepresidente primero de la cámara -un cargo que ocupa desde hace por lo menos veinte años, sin interrupción- no ha tomado por sorpresa casi a nadie.


Lo que sí ha sorprendido, y mucho, es que el recientemente electo senador provincial por Cerrillos, señor Fernando Sanz le haya dicho a un medio de comunicación de Salta que ellos -los senadores- volvieron a elegir al recalentado Mashur «trabajar en conjunto en un cambio [sic] para la provincia».

Mashur representa justamente el «no cambio», pero si nos dejamos llevar por la ingenuidad de los que como Sanz recién ahora se sientan a la mesa del banquete, el veterano senador por Rivadavia es garantía de cualquier cosa y de su exacto contrario. Es decir, sirve para cambiar, para no cambiar, para seguir como para no seguir, para la continuidad, la ruptura o cualquiera de sus opuestos. Mashur es, en este sentido, un senador proudohoniano.

Si le preguntaran al genial Groucho Marx por el eterno senador de Rivadavia diría seguramente que lo conoce incluso desde antes de que Doris Day fuese virgen. Y si la estrella de origen germano no se hubiera muerto hace poco con 97 años de edad, es casi seguro que habría asistido al cuatrigésimo octavo juramento de Mashur como mandamás de la Cámara de Senadores de Salta.

Fueron los griegos los que forjaron la idea de un senado a imagen y semejanza de un consejo de ancianos. Mashur es un senador veteranísimo, pero no es tan mayor, con lo cual hay que concluir en que viene desparramando sabiduría desde muy joven. Tanta, que ahora entre los 23 no hay ninguno que pueda reemplazarlo. Ni siquiera aquellos que representan a los departamentos un poco menos pobres y atrasados que Rivadavia.

No caben dudas, pues, de que Mashur es un senador flexible y polivalente, y que por esta capacidad de adaptación ha terminado ganándole la batalla al Indio Godoy que en el estreno de su setentena se ha visto obligado a dar el fatídico «paso al costado» como castigo por el naufragio de su pomposa comisión de acción política.

Pero como Mashur es hombre de palabra, y su promesa ha sido el cambio, comenzará por cambiar la decoración de su quincho rosquero, del que quitará algunas referencias religiosas para colgar retratos de Juan Bautista Alberdi, de José Ingenieros y del Coco Basile.

Los otros cambio augurados por el bisoño senador Sanz son toda una incógnita, por el momento.