
Al final, parece que Europa no es ese demonio neoliberal y opresor tan alejado del alma nacional y popular que encarna nuestro gobierno, pues si lo fuera, nuestras máximas autoridades no habrían adoptado como modelo de iluminación el de la Torre Eiffel sino el más «originario» sistema lumínico que hace lucir de noche al monumento a Marcos Tames, ubicado en el centro de la plaza de Cerrillos.
Dejando de lado el diferente porte y el atractivo simbólico de dos monumentos tan diferentes, lo cierto es que será una misma empresa -la holandesa Philips- la que ilumine el símbolo emblemático de París y la estatua ecuestre del héroe gaucho.
Según unas declaraciones del responsable del alumbrado público municipal, «la decisión de tamaña obra obedece a que tanto el Gobernador como el Intendente, en función de la importancia de la figura del General Güemes, y el afecto de los salteños a este monumento, decidieron darle una imagen diferente, poniéndolo en igualdad de relevancia con otros monumentos importantes del país».
De estas palabras se desprende que, sin una iluminación adecuada y basada en modernísimos LEDs, Güemes es un prócer menor, que no entra ni de lejos en el selecto club de los monumentos más importantes del país.
Pero lo que más ha llamado la atención de las declaraciones del funcionario es un pasaje en el que afirma que el sistema computarizado que procesará la nueva iluminación de Güemes permitirá que las tonalidades cambien «de acuerdo a la necesidad y a la voluntad que se determine de acuerdo a los actos que se realicen en el lugar».
No aclara el funcionario de quién será la necesidad (si de Güemes o de algún otro prócer) y de quién será la voluntad (si del sistema informático o del gobernante de turno).
Lo cierto es que la avanzada tecnología de la Philips permitirá que el bronce de Güemes cambie de color, según los actos que se realicen en el lugar.
Así, si se trata de un discurso del Arzobispo, Güemes se pondrá morado, sobre todo en tiempo de Adviento.
Si, por el contrario, quien use de la palabra sea el líder del Partido Obrero, Güemes virará al rojo furioso.
Si le toca hablar o cantar a lx secretarix general de Aludis, Güemes mostrará un reluciente arco iris.
Y si el orador es el Gobernador de Salta, el sistema estará programado para apagar totalmente a Güemes, pues, según las normas no escritas del ceremonial, nadie puede brillar más en el firmamento nocturno de Salta que nuestro Primer Mandatario, cuyos destellos -más poderosos que los focos de cualquier multinacional- se podrán ver desde Villa San Antonio, lo mismo que los haces de la torre Eiffel se ven desde la colina de Sacre Coeur y el barrio de Montmartre.