
De aquellos incidentes no solo quedan recuerdos borrosos, sino también piezas de información bastante sólidas que dan cuenta del peculiar enfoque de la política de recursos humanos de aquel gobierno provincial.
Hoy, la política de recursos humanos ha cambiado, pero no solo hacia afuera de la familia, sino también hacia adentro, porque mientras el exgobernador es senador nacional (lo es desde 1986, con la sola interrupción de los 12 años que fue Gobernador), su hija mayor es la Intendente Municipal de la ciudad de Salta y el mayor de sus varones es candidato a diputado provincial en las elecciones que se van a celebrar aquí el próximo domingo.
Hacia afuera, lo poco que ha cambiado queda retratado en las altas vallas que protegían esta mañana el virginal entorno de la Plaza 9 de Julio, para que los salvajes docentes no estropeen la tranquilidad del lugar, ni sobresalten al señor Arzobispo, que -según cuentan- muy mal la ha pasado al enterarse de que uno de sus curas estrella apareció como deudor de unas expensas comunes en una planilla finalmente retirada de la circulación.
Pero como todo en esta vida va de retoques, a la inquieta Intendente Municipal de Salta se le ha ocurrido instituir un premio-estímulo al «empleado del mes», al mejor estilo del Krusty Krab, el ficcional restaurant de fast food de la serie de dibujos animados Bob Esponja.
La idea -según Romero- es la de premiar «el desempeño y la dedicación» de los trabajadores municipales, algo sobre lo cual los sindicatos no han hecho todavía escuchar su palabra, pero que atenta frontalmente contra los principios y valores igualitarios que presiden la prestación del trabajo en las administraciones públicas.
No sabemos -porque no se ha explicado- cómo hace la señora Romero para medir «el desempeño y la dedicación» de sus trabajadores. Probablemente ha importado el know how de algún McDonald's, puesto que, según ella, no es la autoridad municipal la que elige a los premiados, sino «sus propios compañeros», como para dejar bien claro que ellos están encantados con semejante discriminación.
Según un reciente tuit de la estilizada regidora municipal salteña, los premiados en el mes de julio han sido distinguidos por tener «compromiso, responsabilidad, honestidad, trabajo en equipo y cordialidad», pero estas son cualidades que se espera de cualquier funcionario. Premiarlas sería casi redundante, cuando no un insulto a la «idoneidad» de que habla el artículo 16 de nuestra Constitución Nacional.
Pero, al parecer, según las dibuja la señora Romero, todas aquellas son cualidades que abundan en los pasillos municipales, pero escasean, por ejemplo, en las escuelas, en donde los maestros parecen acudir a clase con un tridente como el que utiliza el diablo para pinchar a los condenados al ardiente infierno eterno.
Quien le haya dado esta horrible idea del «empleado del mes» a la Intendente Municipal debería estar limpiando ya su escritorio para fichar por algún McDonald's, o -con menos suerte- por El Tribuno, en donde la lealtad se recompensa con menciones y distinciones de este tipo.
