Alfredo Olmedo: El secreto de sus ojos

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A don Alfredo Olmedo lo persigue un fogonazo, pero de frente.

Lo demuestra esta fotografía, en la que el candidato a Vicegobernador de Romero aparece -a diferencia de sus acompañantes- virtualmente cegado por una luz inexistente.

Si observamos bien la foto, los otros dos candidatos (Romero y Sáenz) mantienen una mirada normal, con los ojos razonablemente abiertos para las condiciones de iluminación, ideales para cualquier fotógrafo. Hay que tener en cuenta además que tanto Romero como Sáenz están menos protegidos de la luz por tener, tanto el uno como el otro, unas finísimas (casi imperceptibles) cejas de canario.

Al contrario, Olmedo puede presumir de una tupida visera de pelos a la altura de la parte inferior de la frente, al estilo de Manolito de Mafalda. Sin embargo, su mirada es pequeña y distante, quizá porque desde niño está acostumbrado a la inmensidad de esos feraces campos sembrados de alubias, en donde la vista se pierde fácilmente.

En nuestra lengua no existe ninguna palabra para designar este gesto, pero sí en el idioma inglés, en donde «squinting» significa «mirar a alguien o a algo con ambos ojos parcialmente cerrados en un intento de ver más claramente o como reacción a una luz intensa».

Lo que se ha de descartar en cualquier caso es que el fotógrafo le haya pedido a Olmedo sacarse la foto pocos minutos después de que se levantara de su siesta; es decir, en esos críticos momentos en que uno se bambolea, tropieza con los muebles y anda a tientas por la casa con los ojos como puñalada en la lata.

La otra posibilidad -algo más verosímil- es que Olmedo se haya visto súbitamente deslumbrado por el resplandor impoluto de su propia camisa blanca, que parece recién salida de un spot de detergente en polvo para máquinas de tambor horizontal.

A la famosa frase: «yo tengo la cola bien cerrada», que inmortalizó a Olmedo durante el debate sobre el matrimonio homosexual en el Congreso Nacional, habrá que agregar ahora «y los ojos también».

Y ya se sabe, «ojos que no ven...»