Retrato de un prócer

  • La auspiciosa noticia de que la Cámara de Senadores de la Nación iba a reanudar ayer su actividad interrumpida fue ventilada ampliamente en Salta, en donde se anunció también, como gran suceso, que los legisladores nacionales por esta provincia iban a participar de las sesiones telemáticas de sus cuerpos desde el recinto de la Cámara de Diputados provincial, cuyo personal se iba a encargar de prestar el ‘soporte técnico’.
  • Un cuadro surrealista

Esta última posibilidad sonaba interesante para los legisladores más pedestres (si es que hay alguno), pero no para el legendario senador Juan Carlos Romero, quien prefirió no acudir al desconchado recinto de la soberanía local para sesionar cómodamente instalado en su residencia particular.


Nuestro senador vitalicio (y después nos quejamos de la constitución pinochetista) quiso inmortalizar el momento haciéndose sacar una foto, que es la ilustra estas líneas.

Luego de analizar detenidamente la foto y el gesto del senador, caemos en cuenta de un grave error de apreciación, pues durante décadas el gran público estuvo convencido de que Romero -dueño de un señoritismo propio de la segunda generación de self made men- siempre quiso que tanto su look como sus tics se parecieran, en la superficie, a los de aquel insigne salteño que fue don Robustiano Patrón Costas.

De hecho, Romero ya ha superado la marca histórica de Patrón Costas, que ocupó un escaño en el Senado de la Nación durante 27 años (1916-1943) y fue Gobernador de Salta entre 1913 y 1916. Romero lleva 22 años como senador nacional, pero suma 12 como Gobernador de Salta, con lo que, de momento, consigue 34 años de pervivencia en la vida política provincial, por solo 30 del ya casi olvidado Patrón Costas.

Pero el error no es el cómputo del tiempo, sino el hecho de que Romero, dedicado últimamente a esculpir su imagen de prócer vallisto, a quien realmente desea parecerse es a otro salteño ilustre: Indalecio Gómez González, que fue dos veces diputado nacional por Salta y ministro del Interior del presidente Roque Sáenz Peña.

De la foto de Romero sesionando a través de Internet no solo destaca la fina boiserie de su biblioteca, sino también su fino bigotito blanco del tipo «retrato i’ sala», que confirma si acaso sus deseos de emular al arquitecto de la gran reforma electoral argentina de 1912, que, a diferencia de Romero, era portador -digámoslo así- de un señorío genuino.

Hay que reconocer a Romero el buen gusto de no haber entablado una vídeoconferencia con el Senado desde la bañera o desde la cocina de su casa, como han hecho estos días algunos docentes. También se debe destacar el hecho de que su mujer no se paseó en paños menores mientras él estaba con la cámara encendida. Pero sí hay que reprocharle que su buena banda ancha no le haya permitido ir a la Legislatura, a refregarse con sus colegas.

También es un punto a favor que se haya decantado por una escenografía «intelectual», mostrando sus libros para dar imagen de prestigio. No sabemos cuántos de estos libros habrá leído nuestro senador, pero a juzgar por la forma en que están colocados (en escalera, del más alto a la izquierda al más bajo a la derecha) es posible que la organización de su biblioteca responda a criterios puramente estéticos. Lo cual es muy probable, ya que, como se sabe, la lectura favorita del senador es la revista Parabrisas Corsa.

Finalmente, Romero ha querido mostrar a los coyas de su provincia (no a sus fellow senators) el lomo reluciente de su MacBook Air, para que vean que él no se anda con esos clones armados en Salta con componentes desechados por los chinos.

Y para que todo sea una fiesta en Cupertino, delante de la pantalla del MacBook Air y casi cubriéndola completamente, tiene un iPad de funda negra. Aunque no se ve, es posible que detrás del iPad tenga un iPhone y detrás de este un Apple Watch. Todo en cascada, como si fuese una colección de muñecas rusas.

A lo mejor es que el senador no se fía mucho de la operación con una sola cámara y por eso es que se decidió a enviar su imagen a Buenos Aires a través de varios devices de la misma compañía.