La íntima comunión entre Javier David y Urtubey, una ceremonia celebrada con siete años de retraso

Cuenta la leyenda que, allá por 2008, cuando se produjo el salto masivo de la tapia romerista por parte de los incondicionales del exgobernador, Javier David, exministro de Hacienda de aquel gobierno se encontraba en el cuarto de baño, afectado por un guaschalocro en mal estado.

Cuando el hombre salió de la cueva ya era tarde. Sus compañeros de correrías (Kosiner, Godoy, Fortuny y un largo etcétera) ya habían cambiado de escudería e inmolado a Romero en el altar pagano de las deslealtades.

David se quedó a medio camino entre el baño y la sala de roscas y cuando quiso reaccionar la realidad ya había levantado a su alrededor un muro infranqueable, que lo mantuvo atado al romerismo por una larga temporada (siete años), cuando su más íntimo deseo -de no haberse interpuesto aquel terrible guaschalocro- era el de integrar esa pléyade de jóvenes supporters de Urtubey, un líder al que en principio intentó enfrentar con el argumento «¿por qué él y no yo?».

Pero ahora las aguas han vuelto a su cauce. David ha aceptado que Urtubey es más que él y no le disputará el protagonismo. Al contrario, se sumará a su «proyecto político», abandonando a Romero, algo que el cuerpo ya le pedía en 2008, pero que no pudo concretar por haber emergido un poco tarde de la sala de máquinas.

El portazo de David se diferencia del de Kosiner o Godoy apenas en matices. Los dos últimos han dedicado horribles palabras a execrar a quien los llevó hasta lo más alto. David, sin embargo, ha preferido reservar para Romero algunas buenas palabras.

Dicen que la razón de este abandono anunciado es que Romero no tuvo el detalle de bendecir la candidatura de David para Intendente de Salta y que es posible que sea Urtubey quien le dé la ocasión de convertirse en Intendente.

Cualquiera haya sido la verdadera razón de este tan postergado salto de tapia, lo cierto es que su concreción sirve para devolver a la política de Salta una cierta normalidad y, como tal, debe ser bienvenido.