
La Ciudad Judicial es también un gigantesco laboratorio de la historia, en el mejor sentido marxista de la expresión. Solo que sus constructores (a los responsables de la obra civil nos referimos) no tuvieron la suficiente clarividencia para prever que los desechos y deyecciones humanas que allí se producen llegarían un día a colmar la capacidad de las tuberías y a inundar de excrementos y orines los juzgados, fiscalías y tribunales de apelación.
El problema afecta fundamentalmente a los órganos judiciales que se encuentran en el subsuelo del edificio. Justamente allí por donde circulan los presos. Algún abogado defensor (de inocultable sesgo garantista) está ya moviendo los hilos para que los días de prisión preventiva transcurridos en medio de aquellos olores nauseabundos sean computados por cinco a la hora de liquidar una condena.
Pero no solo el sentido del olfato resulta agredido por este fenómeno parajudicial: también el sentido de la vista, pues empleados de la Ciudad Judicial afirman que «cuando rebalsan las cloacas sale el agua servida con pedazos de excrementos que pasan por nuestros pies» (El Tribuno, 22/7/2015).
Cuando dicen «pedazos de excrementos» -aclaran- se están refiriendo a trozos de materia fecal y no a personas concretas.
Este desagradable descubrimiento (el de la caca reptando por los pies de los empleados) ha despertado el morbo de algunos insensibles que ante el incesante desfile excremental se han montado un pasatiempo consistente en descubrir, mediante la simple inspección ocular, al autor de los desechos.
«Estoy seguro de que ese trozo robusto es del Fiscal Nº 5. Sé de buena fuente que ayer comió guaschalocro en la casa de la Defensora Nº 6».
Algunos, que no distinguen entre «Armando» y «Arturo», llegan a apostar dinero y no ha faltado quien haya sugerido «tomar muestras» para que el laboratorio del Cuerpo de Investigaciones Fiscales, que funciona a pocos pasos de allí, determine mediante un barrido ionizante si el Fiscal Nº 5 comió efectivamente el guaschalocro o si el Secretario de Feria de 2ª Nominación es el que cenó los bocaditos de acelga rebozados con sésamo.
Ante el agravamiento del problema y la cada vez más frecuente aparición en las oficinas de excrementos humanos, los trabajadores del subsuelo judicial han elevado una nota al Procurador General para que, mediante resolución (esto es, sin ley) dé vida a un nuevo CIF: el Cuerpo de Investigadores Fecales del Ministerio Público de la Provincia de Salta.