
El juez ha condenado a un hombre de 69 años a la pena de veinte años de prisión efectiva por varios delitos contra la integridad sexual cometidos en perjuicio de menores de edad del sexo femenino.
En concreto la sentencia responsabiliza al condenado de la comisión de cuatro delitos de abuso sexual gravemente ultrajante, otros cuatro de corrupción de menores agravados por la edad de las víctimas y un delito de exhibiciones obscenas.
En la misma sentencia, Pereyra ha condenado a la madre de dos de las víctimas, una mujer de 29 años que deberá ahora cumplir una pena de diecinueve años de prisión por cooperar con el agresor sexual en dos de los delitos cometidos, ser autora de cuatro delitos de corrupción de menores agravados por el vínculo y dos delitos de abuso sexual gravemente ultrajante.
Pereyra ha absuelto al tercer acusado (el padre de dos de las víctimas) por aplicación del beneficio de la duda.
El juez ha ordenado que los dos condenados se sometan a tratamiento psicológica terapéutica en el ámbito carcelario, mientras dure su privación de la libertad. También ha dispuesto un examen de ADN de los condenados para su inscripción en los bancos de datos genéticos que correspondan.
Según el portavoz de prensa del Poder Judicial salteño, una de las denuncias fue formulada por la abuela de dos de las víctimas. La mujer dijo en su momento que sus nietas se encontraban viviendo con ella desde hacía tres semanas porque su hija le había pedido que se las cuide. Cuando las niñas estuvieron al cuidado de su abuela, una de ellas le contó llorando que un vecino, amigo de sus padres y dueño de un almacén, les daba dinero o golosinas a ella y a su hermana para que se dejaran tocar. Según la abuela, estos actos habían sucedido varias veces y, en algunas oportunidades, en presencia de la madre de las pequeñas, quien también recibía dinero del acusado.