
El primer dato curioso de esta noticia es que el atracador -un hombre de 36 años llamado Víctor Ángel Avendaño- no actuó solo sino «junto a otro sujeto». Si bien ambos fueron captados por las cámaras de seguridad del establecimiento, el juicio se ha llevado acabo solo sobre Avendaño y no sobre su acompañante, quien, al parecer -a pesar de las cámaras- no ha conseguido ser identificado.
El relato del portavoz judicial dice que el 28 de febrero del año pasado, temprano por la mañana (a la hora en la que comienza a picar el bagre), Avendaño y su acompañante ingresaron a la panadería y amenazaron a la empleada con un cuchillo, antes de encerrarla en el baño.
Mientras campaban a sus anchas por las instalaciones, los ladrones revisaron la caja registradora (por si a esa hora tan temprana ya hubiera efectivo disponible) «e intentaron sustraer una licuadora, monitores y una tostadora».
Parece claro que la intención de los atracadores era la de prepararse un licuado de banana y un mixto de jamón y queso, un clásico y refrescante desayuno de verano en Salta.
Es probable que, para completar los ingredientes del menú, Avendaño y su secuaz tuviesen planeado continuar su raid delictivo en una frutería y en una fiambrería de la zona, pero entre que tejían sus planes criminales la audaz empleada logró salir del baño e intentó cerrar la puerta del local con los ladrones dentro. Al advertir la maniobra, los ladrones se dieron a la fuga, no sin antes apoderarse de un teléfono celular que se hallaba sobre el mostrador.
Entre el celular robado, las amenazas a la empleada, su encierro en el baño, el intento de robo de lo que finalmente no pudieron llevarse, a final el que pagó el pato fue Avendaño, que pasará cinco años en la cárcel por haber querido prepararse un licuado de banana con un tostado mixto a primera hora de la mañana, pero a cuenta de otro.