Macacha cabalga ahora en moto y, en vez de luchar contra los godos, recupera celulares robados

  • Un cruce de motoristas que ha terminado con el ladrón en la cárcel.
  • Poder Judicial

El magistrado señor Anastasio Vázquez Sgardelis, integrante de la Sala II del Tribunal de Juicio de la ciudad de Tartagal, ha condenado al ciudadano Francisco Nicolás Figueroa (26) a la pena de tres años y cuatro meses de prisión efectiva por considerarlo autor material y responsable del delito de robo calificado por el uso de armas en grado de tentativa.


El juez ha ordenado que, una vez firme la sentencia, se realice el correspondiente cómputo de pena y se traslade al condenado a la Unidad Carcelaria nº 5 de Tartagal.

El pasado 24 de abril, Francisco Nicolás circulaba en una motocicleta por la calle Aráoz de la ciudad de Tartagal cuando, al llegar a una esquina, vio a una mujer que también conducía una motocicleta y llevaba un celular en la mano. Y pensó: «No hay mejor presa que una de la misma especie». Fue así que el motochorro se acercó a su colega, le arrebató el celular que portaba y emprendió la fuga.

Con lo que no contaba el joven motochorro es que acababa de robarle a la Macacha de las motos, ya que la mujer, lejos de amedrentarse y llorar la pérdida de su Android, inyectó gas a su potente cabalgadura y salió en persecusión del audaz ladrón.

Al verse perseguido de cerca por la motorista gaucha, Figueroa extrajo de entre sus ropas un cuchillo, pero con tanta mala suerte que al hacerlo, perdió el control del rodado y chocó contra un automóvil. La falta de experiencia del motochorro le jugó una mala pasada, pues tras chocar cayó al suelo y allí fue que con las piernas hechas un desparramo, la indómita Macacha consiguió reducirlo, con la ayuda de otras personas (suponemos que otros gauchos) que circulaban por el lugar.

La lógica operativa del motochorro indica que solo se debe robar a viandantes; es decir, a personas que circulan a pie. Eso de meter mano a otras personas en moto es medio peligroso, puesto que demostrado está que alguno (o alguna, como en este caso) pueden tener una inesperada reacción y darle al motochorro toda una lección de conducción gauchesca por las calles de Tartagal.