La jueza que ha pronunciado la sentencia es la señora Ada Guillermina Zunino, titular del Juzgado de Garantías nº 1 de la ciudad de Salta. El condenado es el joven Sergio David Aranda, de 20 años de edad.
Los delitos son: un robo en grado de tentativa, dos robos simples, un hurto simple, amenazas y violación de las medidas adoptadas para impedir la propagación de una pandemia.
Según informa el portavoz de prensa del Poder Judicial salteño, el joven Aranda entró a un domicilio ajeno e intentó apoderarse de un perro de raza pitbull, pero al hacerlo fue descubierto por una vecina. El ladrón dejó al animal y se fue.
Luego de unos minutos y, aprovechando tal vez la confusión mental del pitbull, Aranda volvió al mismo domicilio y se apoderó de varios elementos. Más tarde, entró a otra casa y de ella sustrajo otros objetos, para luego darse a la fuga. No era cuestión de quedarse allí tomando un té después de desvalijar la casa.
Al día siguiente, el 27 de abril, Aranda fue interceptado por los dos denunciantes, que lo reconocieron y retuvieron hasta que llegó personal policial, que procedió a su detención. En ese momento, amenazó a uno de los damnificados. El parte oficial no indica que al ser detenido por los particulares, el joven Aranda estuviese cometiendo un delito flagrante, por lo que su detención puede tranquilamente ser considerada ilegal.
La jueza Zunino le ha caído con todo el peso de la ley y ha castigado sus fechorías con una pena de un año y dos meses de prisión de ejecución condicional, y la obligación de cumplir reglas de conducta durante dos años.
Entre las reglas de conductas sobresale la obligación de adoptar oficio, arte, industria o profesión adecuada a su capacidad.
Tras conocerse esta imposición, se escuchó decir en los pasillos judiciales: «Para que haga algo este ocioso».