
No obstante, durante el plazo de dos años, el condenado deberá abstenerse de acercarse a la víctima a menos de 200 metros y de contactar con ella, también deberá abstenerse de consumir sustancias estupefacientes y de abusar de bebidas alcohólicas, y someterse a tratamiento psicológico para controlar sus impulsos violentos.
Según la información oficial del portavoz de prensa del Poder Judicial de Salta, los hechos enjuiciados ocurrieron de madrugada en Chicoana.
De acuerdo con el relato oficial, la víctima denunció que el señor López era amigo de la familia y en calidad de tal solía frecuentar su casa (la casa de la denunciante) después de los partidos de fútbol que jugaba con algunos de sus parientes (parientes de la denunciante).
En casa de esta se reunían «a tomar bebidas alcohólicas y a conversar».
La denunciante afirma que tras una de estas reuniones etílico-coloquiales, alrededor de las cuatro de la madrugada, se fue a dormir a su habitación y poco después despertó sobresaltada a causa de que el acusado estaba intentando «someterla sexualmente» (sic).
La mujer ofreció resistencia, lo que motivó que el agresor desistiera de su empeño y emprendiera la fuga.
La denuncia señala también que la habitación estaba oscura (y al parecer la llave de la luz fuera del alcance de la denunciante) de modo que la víctima no pudo ver la cara de su agresor, pero a salir en su persecución, se encontró junto a la ventana que daba al fondo los anteojos de sol y las chancletas blancas pertenecientes a Hermes Israel López, quien se habría dejado este material en su prisa por escapar del lugar.
La denunciante afirma que también vio que su cama tenía «restos de harina» y que otro rastro de polvo blanquecino había junto a la ventana. Inmediatamente pensó que como López no es panadero y durante la reunión nocturna la víctima y su hermana lo habían llenado de harina y talco (no consta en el expediente que el agresor hubiera sido también rociado con aguas floridas o que llevara ramas de albahaca verde y oliera a carnaval).
¿Harina? se interrogó la víctima. Y se respondió inmediatamente: «Este es López, porque anoche mi hermana y yo le vaciamos paquete entero de Blancaflor en la cabeza».
Al final, fue la harina la que condenó al misterioso gateador nocturno, quien una vez celebrado el juicio aceptó el acuerdo y prestó conformidad con la condena.