
La noticia de la dimisión de Samsón -que no supone el abandono de su sillón de juez- apareció publicada en al menos cuatro sitios webs de noticias diarias y ayer mismo había cobrado estado público en los siempre activos y bien informados pasillos de la Ciudad Judicial.
Hoy, sin embargo, ha circulado el rumor de que Samsón fue «persuadido» de que retirara su dimisión, si bien ni una ni otra cosa ha merecido la atención del servicio de prensa de la Corte de Justicia, que ha preferido ignorar el asunto, a pesar de que en el resumen diario que distribuye a través de su mailing list se incluye la noticia de la dimisión de Samsón, publicada por nuestro medio y por otro de gran circulación en el mundo judicial.
Tampoco se ha podido establecer con certeza si las discrepancias del supuestamente dimitido juez de la Corte de Justicia obedecen a la sorpresiva designación de su colega de tribunal, Fabián Vittar Delgado como miembro suplente en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados.
Es sabido que el presidente de la Corte de Justicia provincial, Guillermo Catalano, conformado una especie de bloque que cuenta entre sus integrantes al propio Samsón, a Vittar y a la señora Sandra Bonari, y que serían las fisuras en este bloque -evidentes desde el fracaso de la acción popular de inconstitucionalidad ejercida por la asociación de jueces creada por Catalano- las que habrían motivado el alejamiento, por ahora no confirmado oficialmente, de Ernesto Samsón.
A diferencia de Catalano, de Vittar y de Bonari, Samsón es un jurista de altos vuelos, que si bien carece, como sus colegas de bloque, de antecedentes sólidos en la judicatura, atesora una importante trayectoria en la Administración pública, a la que ha servido con eficiencia durante años en puestos claves y de elevada responsabilidad jurídica.
Su alejamiento de la primera vicepresidencia podría contribuir a debilitar aún más el poder del bloque transitoriamente hegemónico en la justicia provincial, de modo y manera que el retiro de su dimisión, según los rumores que han circulado hoy también podría explicarse por la necesidad -ahora acuciante- de evitar que la pérdida de poder sea más grave e irreparable.