La mala educación parece estar en la base de cuanta conducta criminal se produzca en Salta y sus alrededores.
Mucha agua bajo el puente ha corrido desde que una jueza obligara en una sentencia a un hombre encausado por un delito a matricularse en la universidad, para concluir sus estudios superiores. Algunos jueces prefieren a los delincuentes formados al más alto nivel.
Ahora le ha tocado el turno al Juez de Garantías Nº 4 de la ciudad de Salta, señor Diego Rodríguez Pipino, quien, con mejor criterio, ha impuesto a un condenado, a cambio de no ingresar en prisión, la obligación de retomar sus estudios primarios.
El condenado es el señor Julio César Cuello, que con 40 años no parece que haya abandonado sus estudios primarios hace poco tiempo, precisamente.
Cuello ha sido condenado por un delito de robo y deberá purgar una pena de un mes y veintidós días de prisión, que no cumplirá efectivamente.
A cambio el juez le obliga a fijar domicilio, someterse a tratamiento para superar sus adicciones y aprender un oficio. Pero antes que nada, Cuello deberá sacar su certificado de séptimo grado, si es que no quiere pasar casi dos meses entre rejas.
Según el portavoz de prensa del Poder Judicial de Salta, el mencionado Cuello le robó el teléfono celular a una persona en la esquina de la avenida Hipólito Yrigoyen y Artigas, tras lo cual emprendió la huida en moto.
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