Un convincente Lionel Messi ratifica en juicio su inocencia

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El capitán de la Selección Argentina de fútbol, Lionel Messi, ha comparecido hoy ante la Audiencia Provincial de Barcelona, donde desde el pasado lunes se celebran las sesiones del juicio oral seguido contra él y contra su padre -Jorge Horacio Messi- por un presunto delito de defraudación a la hacienda pública española.

Messi y su padre han permanecido en la sala de vistas durante un poco más de tres horas, pero el futbolista solo declaró unos quince minutos y a preguntas de la fiscal, que no lo acusó y solicitó en la etapa procesal anterior su sobreseimiento, lo que da la pauta de la verdadera trascendencia del hecho que se juzga.

Por consejo de su abogado defensor, el argentino Enrique Bacigalupo Zapater, de amplia trayectoria en Europa, el jugador no respondió a las preguntas de la Abogacía del Estado, el acusador público que lo ha llevado a juicio y que en los escritos preliminares solicita para Leo y su padre 22 meses de cárcel.

Las respuestas del jugador a las preguntas de la fiscal han dejado poco lugar a las dudas y las réplicas. «No sabía de los contratos. Yo me dedicaba a jugar al fútbol. Confiaba en mi papá», dijo el delantero del Barça en una declaración que repite como un calco los argumentos exculpatorios vertidos en la etapa de instrucción.

Leo Messi dijo también que sabía lo que ganaba por sus derechos de imagen, pero ignoraba qué impuestos tenía que abonar o si debía hacerlo. A preguntas de la fiscal, el jugador ha dicho que nunca mantuvo una conversación con los abogados por temas relacionados con los aspectos económicos de su carrera profesional. También ha dicho que nunca le preguntó a su padre por el tema de los impuestos.

Según la declaración prestada, Messi ni siquiera sabía que era propietario y administrador de una empresa creada para gestionar sus derechos de imagen, a pesar de que así consta en los documentos y de que su firma aparece en alguno de los contratos. Preguntado por la fiscal, Leo Messi dijo que firmaba los contratos «porque confío en mi papá y en ningún momento se me pasó por la cabeza que me fuera a engañar. Los abogados lo hacían de esa manera».

El jugador también dio a entender que el tema de los impuestos no le despertaba un particular interés. “No sé nada de eso, nunca me interesé por eso, sinceramente”, ha subrayado Messi.

También respondió con un breve pero convincente «no, no sabía», a la pregunta de la fiscal sobre si sabía si el dinero iba primero a una sociedad de Suiza, a Reino Unido y luego a Uruguay.

El tema no dio para más y los presentes, incluido aparentemente el representante procesal de la acusadora Abogacía del Estado. De las declaraciones anteriores y de la su padre, pareció quedar bastante claro que Messi no sabía y no tenía por qué saber, por su edad, por su ocupación y por sus circunstancias familiares, la gestión económica de los réditos de su carrera deportiva. Es normal y hasta deseable que un deportista de élite confíe la atención de este tipo de asuntos a terceros.

En el caso de Messi, resulta imposible de juzgar la confianza que tenía su propio padre, que no nace precisamente de motivaciones racionales o de un cálculo, sino de los lazos familiares y del cariño. Aun si el jugador se hubiera equivocado el confiar ciegamente en su propio padre, nada podría reprochársele, ni siquiera una mínima negligencia, por no saber o no querer saber qué destino se le daba al dinero que ganaba.

La situación de Jorge Messi es enteramente diferente. El padre del jugador no solo ratificó la ignorancia de su hijo en los temas contractuales y fiscales, sino que recordó la relación, interrumpida en 2006, con un asesor argentino, que le habría aconsejado la creación del entramado societario que ahora se juzga.

Los Messi, padre e hijo, no asistirán a las restantes sesiones del juicio, pues están ambos relevados del deber de comparecer personalmente. Aunque aún no está dicha la última palabra, es muy probable que, aun en el caso de que el Abogado del Estado decidiera mantener en sus conclusiones su petición de pena para el jugador, el tribunal que lo juzgue lo absuelva, ya que se trata de un delito para cuya consumación se requiere un ánimo específico de defraudar, conducta que, al menos hasta aquí, no se ha podido acreditar ni por indicios.

Jorge Messi, en cambio, podría cargar con toda la culpa, con la tranquilidad que, de resultar condenado, no tendría que cumplir la pena, por su exigua cuantía y por carecer de antecedentes penales.