
Si bien Ricardo Villada no ha demostrado ayer una gran habilidad política, se debe reconocer su lealtad y valentía al asumir la responsabilidad de defender ante la prensa lo que, en realidad, tenía muy poca defensa: el ocultamiento del Ministro de Salud Pública.
Ahora, cuando las tornas han cambiado y Sáenz ha decidido volver sobre sus pasos, algunas voces reclaman la dimisión de Villada, por el desastroso balance de la rueda de prensa que ofreció ayer.
Sin embargo, es deber tanto de los ciudadanos como de la prensa distinguir entre los que han provocado un daño tangible en la credibilidad de las instituciones del Estado y los que -como Villada- simplemente se han limitado a expresar su postura, sin realizar actos materiales lesivos contra las instituciones o los derechos de los ciudadanos.
El primero que debe pensar seriamente si su continuidad en el gobierno es ya posible es el Ministro de Salud Pública, Juan José Esteban, máximo responsable de la vacunación clandestina (primero) y de su «estratégico» ocultamiento (después).
Por detrás de él deben hacer fila para dejar sus responsabilidades el presidente de la Cámara de Diputados Esteban Amat Lacroix y todos los coordinadores, asesores y subsecretarios que se pusieron la vacuna cuando no les correspondía ponérsela. Aunque hubieran acudido «engañados» al pinchazo, su vacunación es injusta y privilegiada, y no se puede explicar a nadie, ni a los que han sufrido la enfermedad ni a los que han visto morir por ella a sus seres queridos.
Ninguno de los vacunados clandestinos podrá ser, además, candidato en las próximas elecciones de julio. Esta es una medida que compete adoptar a Sáenz y a la dirección de los partidos políticos, aunque se trata de una cuestión más moral que jurídica. En cualquier caso, pocos serán los salteños dispuestos a votar para un cargo público a alguien que traicionó la confianza de los ciudadanos abusando de su posición para ser vacunado con preferencia a otros.
Salvo que Villada se hubiera efectivamente vacunado (extremo que el propio ministro negó enfáticamente ayer) su continuidad en el cargo no debe correr peligro. Ahora bien, si su nombre figura en la lista ocultada, el actual Ministro de Gobierno deberá dimitir, no solo por haberse vacunado sin derecho sino por mentir sobre este asunto.