Assennato introduce el clasismo y la discriminación en la inscripción de los nacimientos en Salta

  • Inscripciones de nacimiento a domicilio por 1.600 pesos, especiales para niños y niñas nacidos en clínicas privadas de nuestra ciudad. Un servicio especial para las nuevas ‘Belitas’ de nuestra selecta sociedad.
  • La igualdad civil de los ciudadanos, al garete

El director del Registro Civil de Salta, señor Matías Assennato, ha lanzado a la calle un nuevo producto: la inscripción de recién nacidos a domicilio, por la cual los progenitores que puedan permitírselo deberán pagar la módica suma de 1.600 pesos (alrededor de 43 dólares estadounidenses).


La novedosa modalidad, que recuerda mucho a los servicios domiciliarios del mítico enfermero José Choque, en los años sesenta del siglo pasado, se encuentra ahora disponible para todas las audiencias, después de las toneladas de críticas que el mismo Assennato recibió por haber inscrito -gratuitamente, por supuesto- a la hija recién nacida del Gobernador de la Provincia, en su casa natal, el pasado mes de mayo.

Antes de que Assennato tomara esta magnífica decisión de cobrar un canon por el desplazamiento de la valija electrónica, la inscripción de los recién nacidos en el registro era uno de los actos más igualitarios de la vida civil de los individuos. Ahora, los que quieran un servicio premium, se evitarán tener que llevar al neonato a las oficinas en las que se apiñan los quiscuditos y las quiscuditas que esperan su turno entre toses, llantos y moqueos, pues esperarán cómodamente sentados en sus casas la visita del moderno José Choque.

Según la información oficial del mismo gobierno al que pertenece el igualitario Assennato, solo los nacidos en los hospitales Materno Infantil y Papa Francisco pueden ser inscritos e identificados en las oficinas que el mismo Registro Civil tiene en los dos centros. Es decir, que quienes han tenido la suerte de venir al mundo en el hospital de Cerrillos o en el de Pichanal -tan públicos como los anteriores- todavía deben desplazarse al lugar en donde se encuentren las valijas, si es que quieren hacerlo gratis.

Esta es la razón que ha llevado a Assennato a crear su Happy Meal registral, teniendo en mira como target a los niños y niñas que nazcan en clínicas privadas.

El servicio es de una gran comodidad, para qué vamos a negarlo. Pero es también de una gran injusticia, ya que introduce el clasismo y la discriminación en los primeros compases de la vida. Tal vez hubiera sido un poco menos impresentable que el señor Assennato ofreciera, por la mitad de precio, hacerle al recién nacido, junto con el DNI, el carnet de socio de Juventud Antoniana.

En varios países del mundo, la inscripción de nacimiento es gratuita y universal en el propio centro sanitario, dentro de un plazo que normalmente se extiende hasta las 72 o las 96 horas del alumbramiento, sin distinción entre centros públicos y privados, y sin discriminación por territorios. Estas inscripciones no requieren desplazamiento y basta para concretarlas las certificaciones oficiales de los médicos.

Lo que ha hecho Assennato es crear una Champions League de nacimientos VIP, cuyo «hecho histórico» (al decir del cura Loyola) va a ser documentado en la intimidad del hogar familiar y no en la republicana igualdad de las oficinas públicas.

Una idea para el director del Registro Civil de Salta: por 36 dólares al año más IVA, aquellos niños que han tenido la suerte de ser anotados en la casa de sus papis, pueden llevar a la escuela un sash con el tartán de Güemes cruzando su pecho, para distinguirse de aquellos otros pobretones de pelos como clavos cuyas madres y padres han tenido que llevarlos a pulso hasta la calle Almirante Brown a sacarles la partida gratis.