Urtubey exalta los méritos de la 'familia policial'

Juan Manuel Urtubey exaltó ayer los méritos de «su» Policía, durante el lanzamiento de la obra de construcción de un nuevo centro deportivo para la Policía de Salta, oportunidad en la que el mandatario definió a la fuerza de seguridad como «un gran equipo», el mismo concepto, por cierto, que Adolf Hitler tenía de las SS.

La caracterización de la Policía de Salta como una «familia» viene recogida en la información oficial que suministra la oficina de prensa del Gobernador.

Por si faltara alguna referencia al espíritu corporativo policial, el todavía jefe de esta fuerza, señor Marcelo Lami, poco antes de que se produzca el cese en su cargo, ha dicho que dejará sus funciones «habiendo logrado un importante avance en la calidad del servicio de la fuerza».

Recordemos que la fuerza no presta ningún «servicio», sino que constituye una parte estructural del Estado y ejerce, por tanto, una función crucial sin la cual no puede entenderse la existencia misma del Estado. Sobre la «calidad» policial, es sobradamente conocido que los métodos de Lami para lograrla no son respetuosos de las libertades de los ciudadanos.

También se arrogó Lami el mérito de haber «dignificado la profesión», un objetivo felizmente logrado con técnicas de maquillaje mental, como por ejemplo la que consiste en negar sistemáticamente que los policías maten a balazos a sus mujeres por violencia machista, sino por la súbita aparición de un impulso emocional.

Mucho más sensato que el Gobernador y el Jefe de Policía fue el Ministro de Seguridad, Alejandro Cornejo D'Andrea, quien se refirió a aspectos técnicos como la coordinación operativa, la unidad de análisis criminal, la profesionalización del trabajo investigativo, el equipamiento policial, el crecimiento del parque automotor y el tiempo de respuesta.

El peligro de la Policía como 'familia'

Entender a la Policía como una familia es la mayor amenaza conocida a las libertades civiles en tiempos modernos.

Una policía orgánica de este tipo tiende a responder más a sus principios vertebradores (por ejemplo, los valores religiosos) que a las leyes y reglamentos.

Ninguna fuerza de seguridad, sobre todo en un régimen democrático de gobierno, se puede ufanar de organizarsa como una «familia», sobre todo si se tiene en cuenta que esta es la forma de organización favorita de las mafias.

La organización familiar de una institución del Estado anula sus fines, entre otros motivos, porque los que forman parte de la familia tienen a excluir al que no forma parte de ella, y a defenderse los unos a los otros (muchas veces encubriéndose mutuamente las faltas) frente a lo que consideran agresiones exteriores.

Por último, la Policía en su versión «familia» está más próximo al despotismo (la autoridad que se ejerce en el seno de las familias) que a la democracia y la legalidad, que son las respuestas que esperan los ciudadanos.