
Si el gobierno de Salta modifica finalmente el calendario, solo será por dos cosas: 1) porque duda de que los niños salteños hayan aprendido bien la lección que sus maestros les han impartido sobre el amor a la patria, o 2) porque el gobierno necesita urgentemente tapar las grietas de su creciente impopularidad, envolviéndose en el socorrido poncho de la infancia.
Ahora, a la excusa del patriota "Narciso" Zottos, se ha unido la de aquellos que dicen que hay que mover las vacaciones para adelante por el frío y la gripe. No son más que argucias, porque así como se sabía desde hace años que el aniversario del 9 de Julio caería en un día sábado, se sabe también desde hace mucho que en esos días hace frío y que, normalmente, con el frío se incrementa la prevalencia de algunas enfermedades respiratorias.
Una preocupación un poco extraña, por cierto, para un gobierno que consiente y aplaude que el Gobernador viaje de luna de miel a París en medio de la epidemia más grave de dengue en la historia de la Provincia.
Con semejante panorama debería también decretarse el toque de queda escolar en Ushuaia y Río Grande, pero los fueguinos, vaya uno a saber por qué, combaten el frío, la gripe y los bicentenarios con un encendido patriotismo, del que al parecer carecen los friolentos salteños.
Mañana, si las excusas fracasan, dirán también que los sábados de julio se congela el agua de los radiadores de los vehículos militares, y que si no se modifica el calendario escolar, decenas de jeeps y camiones no podrán ni siquiera arrancar, arruinándose así el festejo patrio.
Los gauchos, por su parte, argumentarán que las bajas temperaturas obligan a sus caballos a orinar frecuentemente, con lo que la pista del desfile podría convertirse rápidamente en el lago del Parque San Martín.
Si los maestros y maestras de Salta estuvieran totalmente seguros de que han hecho bien su trabajo pedagógico en relación al bicentenario de la Declaración de la Independencia, les daría igual que el desfile se realizara el Día de los Inocentes, bajo un sol que parte la tierra.
Pero algo debe haber fallado en «la currícula» para que ahora todos quieran mover las vacaciones y que los niños sean obligados por esas infaltables directoras con saco de pana verde a ir en tropel a la plaza y sumarse a los desfiles, como si estuviesen en Corea del Norte aplaudiendo un lanzamiento de misiles del Kim Jong Un (el gordito apocalíptico).
Todo sea por inclinarse ante Zottos, que en julio será Narciso, en junio Martín Miguel, en agosto José Francisco y en mayo Cornelio.
El patriotismo que mana de los decretos del gobierno es tan fuerte, que ni una declaración conjunta de la Cámara de Turismo de Salta, más los pronosticadores del INTA y el aeropuerto juntos, que dijera, con estadísticas en la mano, que el pico de frío se registra en Salta entre los días 15 y 30 de junio, y que los operadores del turismo perderán millonadas si se cambia sobre la marcha las fechas de la llamada «temporada alta», podría llevar racionalidad a unas decisiones que en Salta se toman habitualmente, no con la cabeza ni con la cartera, sino con el poncho, las boleadoras y los guardamontes.