
El Gobernador de la Provincia de Salta, Juan Manuel Urtubey ha intentado recientemente disimular su derrota en las urnas, con el siguiente extraño argumento: «Ni Mauricio Macri ni yo fuimos candidatos; solo apoyamos listas».
Se trata de una justificación bastante débil -por no decir absurda- puesto que Macri, sin ser candidato y apoyando solo a sus listas, ganó las elecciones. Urtubey, haciendo lo mismo, sin embargo las perdió.
No es llamativo ni sorprendente que el Gobernador de Salta no quiera admitir que si él hubiera encabezado las listas a las que apoyó, su derrota electoral habría sido incluso más abultada.
Tampoco quiere reconocer que si Macri hacía lo mismo, hoy Cambiemos tendría una mayoría holgada en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional.
En democracia, cualquiera puede perder las elecciones; e incluso perderlas cuando estaba seguro de ganarlas. Hasta los tiranos pueden encajar con cierta deportividad las derrotas, pero lo que seguramente no soportan es que las urnas revelen qué tan equivocados eran sus cálculos.
Dos días antes de las elecciones, el principal encuestador del gobierno de Urtubey decía a un medio gráfico de la ciudad de Salta lo siguiente: «El dato más fuerte de esta campaña es que, a diferencia de otras elecciones, y sobre todo en las PASO, la gente está votando más por espacios que por candidatos. Esto es lo que se identifica en las encuestas preelectorales y en los grupos cualitativos de todas las investigaciones que hicimos».
Añade el encuestador: «No son ni Zottos, ni Martín Grande, ni el Oso Leavy los que definen el voto para diputados nacionales, sino que la gente está eligiendo más en función de Urtubey, Macri y Cristina». De lo cual se desprende claramente que no fue Zottos sino Urtubey quien perdió las elecciones en Salta. ¡Y dicho por su propio encuestador!
El triunfalismo gubernamental llegó a rozar un extremo surrealista cuando el mismo encuestador afirmó: «En la Capital hay un triunfo contundente (sic) y solo resta saber por cuánto gana Adrián Valenzuela, "Chico Malo", a Durand Cornejo, en una elección bastante polarizada en la categoría senador».
Al final, ni la elección se polarizó (Wayar, tercer candidato en liza, sacó mucho más del 10 por ciento de los votos) ni Chico Malo ganó de «forma contundente», sino que Durand Cornejo se lo llevó de paseo. ¿Perdió el periodista candidato o perdió Urtubey? Si interpretamos el resultado a la luz del enfoque teórico del principal encuestador del gobierno, otra vez volvió a perder aquí Urtubey, sin dudas.
Sin cortarse un pelo, el pronosticador electoral oficialista dijo también: «Hay una tendencia de que la sumatoria de todos los espacios de Unidad y Renovación, tanto en diputado provincial como en concejales, gane al espacio de Cambiemos, así que seguramente vamos a tener un Concejo Deliberante con mayoría de Unidad y Renovación». La tendencia, por supuesto, fue la contraria.
Diez días después de aquellas declaraciones desbordantes de optimismo, el mismo encuestador se vio obligado a justificar sus errores, para lo cual apeló a una vieja fórmula empleada por los relatores de fútbol, desde la época de Lalo Pelliciari, uno de los inventores del «ya lo veníamos diciendo».
En este caso fue «ya veníamos viendo el movimiento de la ola amarilla», pero la realidad es que el viernes anterior a las elecciones, el mismo encuestador no «vio» las retamas en el horizonte, sino el rosado rostro de su mentor, al que proclamó ganador indiscutible.
Una forma poco elegante de vender la piel del oso antes de cazarlo.