
El Gobernador de Salta ha estrenado su virtual condición de «líder nacional» del peronismo, con una sonora derrota electoral. Esta se ha producido en la Provincia de Corrientes, en donde el candidato bendecido por Juan Manuel Urtubey -el señor Camau Espínola- resultó claramente superado el pasado domingo por Gustavo Valdés, candidato apoyado por Macri y por los hombres del gobierno nacional.
La derrota de Espínola supone el primer penal fallado por Urtubey en su cada vez más sinuosa carrera hacia la Casa Rosada. Si bien hay quienes -ahora- intentan presentar la caída del peronismo correntino como un fenómeno exclusivamente local, lo cierto es que Urtubey se empleó a fondo en el apoyo a Espínola, visitando la Provincia de Corrientes varias veces en los últimos tiempos y llevando a ella su particular evangelio en lo que a lucha del narcotráfico se refiere.
Probablemente los correntinos se han dado cuenta pronto que quien pretendía venderles una política exitosa de combate contra el tráfico de drogas es el mismo que gobierna una Provincia convertida en coladero por el narcotráfico internacional y en la que las mafias disponen de amplios espacios jurídicos y sociales -sin contar con la influencia que ejercen sobre los mecanismos del poder- para hacer prosperar sus negocios.
Pretender ahora que la derrota de Espínola se quede en los límites de Corrientes supone darle la razón a esos triunfalistas periodistas deportivos que cuando gana la Selección Uruguaya hablan de «un gran triunfo del fútbol rioplatense» y, cuando pierden, se olvidan del tópico y dicen que se trató de «sonora una derrota del fútbol oriental».
Sería aventurado pensar que la caída de Espínola arrastrará a Urtubey, porque las dimensiones electorales de Corrientes no son precisamente las más adecuadas para extrapolar los resultados de sus elecciones a otros escenarios, pero es sin dudas un mal antecedente para quien desde hace tiempo viene paseándose por el país envuelto en una vitola de «dirigente nacional presidenciable».