
El equipo dirigido por Luis Enrique jugó un partido para olvidar en La Rosaleda y se marchó con un 2-0 en contra, que podría haber sido peor, teniendo en cuenta de que el blaugrana jugó buena parte del segundo tiempo con diez hombres, por la expulsión de Neymar Junior, a causa de una doble tarjeta amarilla.
Luis Suárez con la pólvora mojada y Leo Messi, discontinuo e impreciso, no pudieron equilibrar la ventaja adquirida por el equipo andaluz gracias al gol señalado por el canario Sandro Ramírez, exjugador del Barça.
Luis Enrique debió hacer cambios en función de la marcha del partido e hizo saltar al terreno de juego a Sergi Roberto y a Iniesta, en principio reservados para el duelo que la próxima semana el Barça tiene con la Juventus de Turín por la Champions League.
El Barça pagó caro la osadía de su entrenador, que puso sobre el terreno a jugadores como Jeremy Mathieu, André Gomes y Denis Suárez, cuyo rendimiento a lo largo de la temporada ha sido irregular y de calidad discutible.
Tampoco estuvo Gerard Piqué acompañando a Mascherano y a Umtiti en la zaga barcelonista.
Los dirigidos por Michel hicieron un gran partido, con contraataques rápidos y bien organizados, que en más de una ocasión pusieron en aprieto al meta Ter Stegen.
Un Messi confuso dirigió el ataque barcelonista, pero no encontró buena compañía en un errático Luis Suárez y en un malhumorado Neymar, que terminó yéndose a los vestuarios antes de tiempo. La entrada de Paco Alcasser no modificó el esquema y el Barça se estrelló una y otra vez contra la defensa dirigida por el camerunés Carlos Kameny.
Con los resultados de hoy, el Real Madrid, líder de la clasificación, adelanta al Barça por tres puntos, cuando al conjunto de Chamartín le falta todavía disputar un partido con el Celta de Vigo, suspendido por la voladura del techo en el estadio de Balaídos, y, sobre todo, cuando falta el enfrentamiento directo entre los dos equipos que lideran la clasificación de la Liga.