El grave patinazo de la nueva ministra española de Exteriores en relación con Venezuela

  • Hace un par de minutos he escuchado hablar por la radio a la nueva ministra de Asuntos Exteriores de España, la señora Arancha González Laya, en lo que, intuyo, ha sido algo así como su estreno en el cargo.
  • Un estreno complicado

Este estreno se produce en unas circunstancias bastante particulares, por cuanto se encuentra en el país el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, cuya autoridad legítima ha sido reconocida por las instituciones de la Unión Europea, y justo cuando la ministra González Laya -después del desaire del presidente Sánchez, que se ha negado a recibir a Guaidó- se reúna con él en Madrid.


Pero el tema es un poco más complicado aquí, por cuanto los partidos de la oposición, casi al unísono, han pedido la inmediata dimisión del ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, el valenciano José Luis Ábalos, quien además es el número dos en el PSOE federal y fiel escudero del presidente Sánchez.

El caso es que Ábalos mantuvo hace unos días una reunión en el aeropuerto de Madrid con la vicepresidenta del gobierno de Nicolás Maduro, la señora Delcy Rodríguez, de la que se ha enterado todo el mundo y que ha hecho saltar la alarmas en toda la Unión Europea.

Ante la catarata de cuestionamientos -el gobierno de Maduro es considerado en Europa como una dictadura- la canciller González Laya ha salido a «defender» lo que según ella es la postura de «España» (no ya solo de su gobierno), diciendo que lo que España desea es que «Venezuela celebre elecciones libres y transparentes para que sean los venezolanos los que elijan la forma en que desean ser gobernados». La ministra ha dado a entender que «lo de las elecciones es lo único que importa y que todo lo demás es discutir cosas sin importancia»

Cualquiera sea la forma en que se entiendan estas palabras, lo que González Laya ha querido decir, y sin cortarse un pelo, es que si los venezolanos eligen, mediante el voto libre y transparente, la dictadura como forma de gobierno, ese es el «interés» de España.

Pero señora ministra, ¡un momento! A usted no se le puede haber pasado así nomás que el voto popular, aún el más libre y transparente, puede erigir cómodamente gobiernos autoritarios y liberticidas, y que esta particular forma de «democracia» electoral siempre ha sido rechazada por España.

Me animo a decir (y creo que usted bien lo sabe) que lo que quieren los españoles para sus hermanos venezolanos es una democracia con libertad, con justicia, con derechos y con respeto a los disidentes, más que unas elecciones transparentes, por muy democrático y libre que sea su procedimiento. Unas elecciones así pueden conducir también a resultados desastrosos y, si ese fuera el caso, no hay gobierno ni país democrático que tenga que allanarse a tal decisión y renunciar a exigir una democracia plena.

Con el vicepresidente Pablo Iglesias colocando a Guaidó en la filas de la «oposición» venezolana y con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero oficiando de canciller en las sombras del gobierno de Maduro y de «abrepuertas» en españa, a los ciudadanos de este país solo les queda confiar en la sensatez del expresidente Felipe González, que ha plantado cara al gobierno de su propio partido al calificar de «dictadura» al gobierno de Nicolás Maduro y al reconocer la autoridad de Juan Guaidó.