
El concepto de privilegio se refiere a cualquier ventaja inmerecida, exclusiva y socialmente conferida. Por ejemplo, hablamos de privilegio cuando la población blanca es generalmente percibida como respetuosa de la ley hasta que muestra algún signo de no serlo, mientras que sobre la personas de color se asume de forma rutinaria que son criminales o potenciales criminales hasta que demuestren que no lo son.
Una manera de comprobarlo es la encuesta en la cual los entrevistados son invitados a cerrar sus ojos y representarse a un distribuidor de droga. Cuando se les pide que desbriban lo que ven, casi el 95 por cien menciona a una persona negra, aunque la gran mayoría de los traficantes de drogas en los Estados Unidos son blancos.
Por lo tanto, cuando alguien es detenido al azar y cacheado por la policía, cualquiera que se identifique como em>«blanco» tiene una ventaja que no merece y que es exclusiva de los blancos. Se trata de una ventaja socialmente conferida, en el sentido de que depende de que ellos sean percibidos de un modo particular por los policías -como blanco- antes que una ventaja conferida en la forma de una presunción de que no son criminales.
Es importante advertir que este privilegio no garantiza buenos resultados para el grupo privilegiados o malos resultados para los demás. Una persona blanca, por ejemplo, puede trabajar duramente y tener poco para presumir por ello; puede ser maltratada por la policía sin causa o serle negado un trabajo para el que está cualificado. Lo que el privilegio hace es distribuir el álea de una forma o de otra, tal que la probabilidad de que a las personas blancas, como categoría de personas, le sucedan malas cosas es mucho más baja que para cualesquiera otras. Y a la inversa, que la probabilidad de que le sucedan buenas cosas es mucho más alta. Un privilegio no es algo que una persona pueda tener, como una posesión (como por ejemplo en «¿qué hay de lo mío»). Al contrario, es una característica del sistema social -una regla del juego- en la que todos participan.
Un sistema de privilegio -una familia, un entorno de trabajo, una sociedad- está organizada alrededor de tres principios básicos: dominación, identificación y centralidad.
Un sistema de privilegio «blanco», por ejemplo, es dominado por los blancos, lo que significa que es normal, por defecto, que los blancos ocupen posiciones de poder. La dominación blanca no significa que todas personas de esta raza sean poderosas; solo que el poderoso tiende casi siempre a ser blanco, y cuando una persona de color ocupa una posición de poder, esta es percibida como una excepción a la regla (como sucede por ejemplo cuando Barack Obama es identificado como el presidente negro y no solamente como «el presidente»).
La identificación blanca significa que la cultura define a las personas blancas como el estándar para los seres humanos en general. Las personas de color, por ejemplo, son a menudo identificadas como «no blancas», un término que no nos dice quiénes son, sino más bien lo que no son.
Cuando una categoría de personas es considera como el estándar de los seres humanos en general, el camino que ofrece la menor resistencia verlos como superiores, ya que no hay otra razón para que los considere como el estándar. Varias cosas se desprenden de esto, tales como ver la forma este grupo tiene de hacer las cosas simplemente como «humano» o «normal» y dar más credibilidad a sus puntos de vista que a los de los «otros», en los casos de las personas de color.
La identificación blanca igualmente anima a los blancos a no percibirse a sí mismos como blancos, como si ellos no tuvieran raza en absoluto. Es decir, anima a los blancos a no ser conscientes de los privilegios «blancos».
La centralidad blanca es la tendencia de poner a las personas blancas y a lo que hacen en el centro de atención, en la página frontal de los diarios y las revistas o en los papeles protagónicos de las películas.
Cuando se organiza una sociedad de esta manera, el resultado son patrones de ventajas inmerecidas que están disponibles para una categoría de personas, simplemente porque socialmente están identificadas como «blancos». Una consecuencia relacionada son los patrones de opresión que se proyectan sobre las personas de color. El 85% de las personas que compra, vende y utiliza drogas en los Estados Unidos, por ejemplo, es de raza blanca, pero más de la mitad de las personas encarceladas por crímenes relacionados con las drogas son personas de color.
El privilegio blanco, en este ejemplo, es la práctica del sistema de justicia penal que tiende a miniminzar los crímenes relacionados con las drogas cometidos por blancos, al mismo tiempo que tiende a buscar consecuencias opresivas para las personas de color, en una sistemática selección de personas «no blancas» para el arresto, la persecución y el castigo penal.
(*) Copyright © 2013 by Allan G. Johnson. This article may be quoted, reprinted, or distributed for noncommercial purposes only and with an attribution to Allan G. Johnson, www.agjohnson.com, and this copyright notice.