
Desde las promesas de campaña a la actualidad, el gobierno de Mauricio Macri ha ido cambiando metas y objetivos, atrasando plazos o licuando compromisos. Son imposiciones del realismo. La reiterada meta de “pobreza cero”, por ejemplo, que resonaba cuando Macri pugnaba por ser presidente fue arriada y, en todo caso, reemplazada por la idea de “bajar la pobreza”sin una definición específica de objetivos cuyo cumplimiento pueda ser controlado o exigido por la ciudadanía.
El 28 de diciembre pasado, el jefe de gabinete, los ministros de Hacienda y de Finanzas y el presidente del Banco Central comunicaron un cambio en las metas de inflación, que pasaron a ser de 15 por ciento para 2018. Hasta el momento, aunque siempre en declive, los objetivos anuales del gobierno de Macri referidos a la inflación fueron desbordados por la realidad, tanto en 2016 como en 2017.
Resulta razonable, entonces, que los sindicatos sean escépticos sobre la meta recién retocada y, sobre todo, sobre la pretensión del gobierno de que ese número se constituya en un tope para los aumentos salariales que discutirán las próximas paritarias.
El asado de Barrionuevo
Ese es el trasfondo de la pulseada que libran el oficialismo y los gremios estas semanas y que tuvo una manifestación el jueves, cuando Luis Barrionuevo, como hace todos los eneros, reunió en Mar del Plata a una pequeña legión de pares para analizar la agenda de preocupaciones del movimiento obrero. Esta vez estuvo acompañado, entre otros, por Hugo Moyano, por dos de los tres dirigentes máximos de la CGT y por el jefe de los empleados bancarios, el afiliado radical Sergio Palazzo.Del ágape surgió un listado de puntos con tono combativo: concretamente, los sindicatos no apoyarán la ley de reforma laboral que venía impulsando el gobierno y no aceptarán topes en la discusión salarial. Prometen también trabajar para que sea anulado el decreto ómnibus de necesidad y urgencia que el Presidente firmó al volver de sus vacaciones, con un temario de más de un centenar de caramelos surtidos que incluye en esa variada romería temas como la anulación de la paritaria nacional docente y la luz verde a la enajenación de las acciones del fondo de garantía de ANSES.
En la descripción del paisaje de fondo, los gremialistas destacan lo que consideran una campaña de ataque a la estructura sindical, impulsada con la excusa –como señaló Juan Carlos Schmid- “de situaciones puntuales lindantes con el delito que están en manos de la justicia”, como las que involucran a los platenses Medina y Balcedo, el bahiense Monteros o el marítimo “Caballo” Suarez. Los gremios se preparan para enfrentar esa campaña, que adjudican al gobierno.
En la tenida marplatense no estuvo presente Héctor Daer, el tercer triunviro cegetista, referente del sector de “los gordos”. Sin embargo, Daer se encargó de mostrar con declaraciones periodísticas que, si tiene diferencias con los congregados por Barrionuevo, están en la música, pero no en la letra. En referencia al tema de las paritarias, por caso, Daer dijo: “"Queremos que al Gobierno le vaya bien y que baje a inflación. Habrá que ver enero, febrero, marzo, para ver cuál es el porcentaje que uno puede olfatear que puede tener el incremento del costo de vida a lo largo del año. Y después, para tener garantías de que ninguno va a perder, creo que hay que volver a tener en el articulado la cláusula gatillo". El gobierno no quiere ese gatillo.
En cuanto a la ley de reforma laboral, el gobierno escuchó de inmediato el mensaje del asado marplatense y decidió sacar el proyecto de la discusión. Marcos Peña concluyó que “una ley de reforma no es de vida o muerte”y que pueden buscar la aprobación por separado de varios puntos que el movimiento obrero ha aprobado: blanqueo de trabajadores y apoyo técnico a las obras sociales, por ejemplo.
“Me parece una buena medida que creo que se debería haber tomado de entrada”, comentó Héctor Daer.
Cuando Luis Barrionuevo advirtió, diez días atrás, que no era sensato “pisarle la cola al león” y recordó que tanto la dictadura militar como los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa fueron al choque con los gremios y se tuvieron que ir antes de lo previsto, algunos quisieron ver en sus palabras una amenaza. Barrionuevo hablaba, más bien, como un médico que indica que fumar en exceso puede provocar enfermedades fatales.
Probablemente Peña comprendió el diagnóstico. ¿Cesará, entonces, la “campaña de agresiones” que detecta la CGT?. Quizás ahora el gobierno prefiere no abrir frentes de guerra mientras los logros económicos y las encuestas no lo favorecen.
Números y encuestas
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, se ufanó de algunos resultados económicos: 2,9 por ciento de crecimiento del PBI; un déficit fiscal 0,3 por ciento más pequeño que el estimado a inicios de 2017 (con la ayuda, eso sí, del recurso excepcional del blanqueo). Sin embargo, otros datos son más preocupantes: el persistente déficit comercial; el creciente déficit de la cuenta corriente, que el año pasado se ubicó en el 4,6% del PBI.Hay otro indicador que se destaca por los reflejos políticos que provoca: la caída del consumo interno. 2017 registró un descenso interanual del 4,5 por ciento en las ventas; y lo que más retrocedió fue el consumo de alimentos, que perdió un 5,6 por ciento.
El descenso del consumo (que fue significativo en diciembre) es paralelo al retroceso de la imagen del gobierno. (entre 8 y 10 puntos). En algunas de las mediciones serias la imagen neta del Presidente muestra por primera vez un desbalance hacia el polo negativo.
Triaca, ¿víctima de la ofensiva antisindical?
El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, se había desmarcado de las interpretaciones más alarmadas y belicosas sobre la frase de Barrionuevo y había subrayado “la mayoría de los dirigentes cumplen su función gremial dentro del marco de la ley”. Había agregado que “hay una mayoría de sindicalistas de diferentes sectores políticos que hacen las cosas con transparencia”.Esos comentarios del ministro no cayeron muy bien en los sectores oficiales (y oficialistas) que consideran que este es el momento de dar una pelea sin cuartel contra los gremios. Triaca es considerado en esos círculos un interlocutor demasiado contemplativo con el movimiento sindical y el hecho de ser hijo de quien fuera un avezado dirigente de los trabajadores plásticos (y jefe de la cartera laboral con Carlos Menem) incrementa esas prevenciones.
Casualmente el granizo que ha venido cayendo sobre algunos sindicalistas golpeó estos días al propio ministro, denunciado por emplear en negro a una casera y canjear su indemnización por un puesto semioficial. Que esta historia, tras emerger misteriosamente, haya sido explotada por voceros del cristinismo no debería sorprender; más significativo es, en cambio, que haya encontrado espacio en medios y programas notoriamente adheridos a la prédica del oficialismo. Llegó a ponderarse allí la posibilidad de que el ministro fuera reemplazado. El hecho de que el Jefe de Gabinete se haya tomado el trabajo de desmentir explícitamente la especie (“No le va a costar el cargo”, dictaminó) más que una forma de apuntalarlo parece una manera de restarle poder. ¿Triaca es también una víctima de la ofensiva antisindical?
Los que cuestionan al Papa
El viaje del Papa a Chile concluyó el jueves. Se trató de una gira llena de desafíos, que el Pontífice superó con sabiduría y discreción: se encontró con mujeres detenidas, habló ante multitudes mapuches, para cuya cultura reclamó respeto al tiempo que pedía un compromiso no violento para defenderla. Conquistó a las decenas de miles de jóvenes que lo aguardaron bajo el sol ardiente en Maipú: volvió a pedirles pacifismo “activo” y esta vez no sólo reclamó genéricamente que “hagan lío”, sino que “muevan el piso” de la Iglesia, para que esta no sea una “Santa Abuela”, sino la Santa Madre. Les advirtió que no deben quedarse sin batería espiritual.Resultó entretanto interesante apreciar en medios y redes argentinas cierta proliferación de actitudes reticentes o virulentas frente al viaje del Papa, con el argumento de que “deja de lado su propia patria” en la agenda de visitas o hasta con la banal excusa de que el telegrama que le llegó a Mauricio Macri cuando el avión que trasladaba a Bergoglio atravesaba espacio aéreo argentino estaba escrito en inglés (una fórmula protocolar que sistemáticamente aplica El Vaticano y que está lejos de ser un rasgo personal del Papa). No queda claro si esas críticas son expresiones de despecho porque el Pontífice ha postergado una visita al país (tanto durante los últimos años de la presidencia de CFK como durante los primeros de Macri) y de reclamo para que venga, o una toma de distancia ante los temas que Bergoglio prioriza en su prédica: defensa de los sectores más débiles y vulnerables, cuestionamiento del economicismo divorciado del compromiso social y ecológico, activismo no violento para el cambio, defensa de la vida y de la paz.