
Todo Salta sabe ya que cuando Chicho Mazzone abraza, abraza de verdad (como la española cuando besa), y que una nutridísima platea mediática y judicial escudriña sus gestos con lupa, en busca de algún signo pecaminoso que saque a la superficie sus profundidades psicológicas más recónditas.
Para algunos analistas especializados en lenguaje no verbal, el abrazo registrado esta mañana entre el intervenido y fulminado exintendente de El Bordo y su interventor, Matías Assennato, ha sido excesivamente cariñoso, digamos que en los límites de lo libidinoso.
Los fiscales no han actuado inmediatamente, dado que les consta que los protagonistas del abrazo son ambos mayores de edad, pero se han negado a archivar las actuaciones aduciendo que podría haber mediado oferta de dinero y que esa especie de celular que Mazzone tiene en su mano izquierda podría ser en realidad un tetra-brik compactado. Se espera el resultado de las pericias.
La mano derecha de Assennato colocada cálidamente sobre el generoso abdomen de Chicho puede obedecer solo a dos cosas: a un cariño fraternal (o de otro tipo) entre interventor e intervenido, o a la puesta en marcha de un nuevo programa cardiosaludable que contempla la medición del diámetro abdominal sagital de los habitantes de El Bordo.
Los periodistas presentes en el lugar, indican que antes de palpar cariñosamente la barriga de Mazzone, Assennato se fundió en un abrazo medidor con el otro panzón que aparece en la misma fotografía, más al fondo, cerca del micrófono.
Comentan también que al flamante interventor le costó un poco reconocer a Mazzone entre los presentes. «Es que vestido y sin la tanga negra, no cualquiera lo reconoce», dijeron.
«Los bordeños no padecen pedofilia sino un sobrepeso más bien preocupante», habría dicho el flamante interventor a sus más directos colaboradores.
A comer aca
Medios bien informados destacan esta tarde que Mazzone, lejos de sentirse humillado por la intervención, celebró como un hincha desbocado el simultáneo cese de los integrantes del Concejo Deliberante de El Bordo.«Ahora los concejales van a comer aca», se le escuchó decir en un pico de euforia justicialista.
Posteriormente, un vocero no oficial de Mazzone aclaró que lo que el exintendente quiso decir es que «ahora los concejales van a comer acá».
Los acentos -despreciados en el WhatsApp- son muy importantes, señaló el espontáneo.