
Hablamos, cómo no, del revuelo mediático producido en torno a las fotografías del Intendente Municipal de El Bordo en una fiesta privada realizada en su domicilio.
Si el diario ha reproducido fielmente las opiniones del señor Sylvester (y no hay motivos para dudar de que no lo haya hecho), el asunto Mazzone no genera conmoción o preocupación a «nivel político».
Pero, ¿cuál es el «nivel político»? ¿Existe de verdad un «nivel político»?
La frase del ministro encierra un insulto al Concejo Deliberante de la Municipalidad de El Bordo y una insólita descalificación hacia los dirigentes políticos que se han escandalizado a más no poder con la posibilidad de que el Intendente haya efectivamente organizado y participado en una fiesta en donde se pudieron haber cometido actos lesivos de la integridad sexual de menores de edad.
Para el señor Sylvester, los concejales municipales de El Bordo -a los que la noticia de la fiesta les ha caído como una bomba- no pertenecen al «nivel político». Las palabras del ministro parecen sugerir que los concejales de El Bordo pertenecen al mundo de la infrapolítica.
De las palabras del ministro se desprende también que el «nivel político» está acotado al gobierno y a sus selectos socios; es decir, que solo el Gobernador, sus ministros y sus secretarios pertenecen al «nivel político». Los demás, incluidos los dirigentes de la oposición y los ciudadanos en general, pertenecen a un extraño cosmos en donde la política es imposible o simplemente no existe.
Solo el señor Sylvester sabe qué motivos tiene y qué títulos ostenta para secuestrar a la política.
Ahora bien, que si el llamado «nivel político» es o puede ser asimilado al máximo nivel de reflexión política en el Estado, hay juicios que revelan que el señor Sylvester pertenece al nivel político más bajo de los que se puedan conocer.
En efecto, según el Ministro de Gobierno de Salta, «no corresponde que un intendente sea fotografiado en ese contexto con menores de edad».
El juicio no puede ser más desafortunado y pueril, porque, vistas las cosas de este modo tan poco objetivo, el culpable de todo el asunto es el fotógrafo.
Lo que merece el reproche moral de la sociedad (y ya se verá si el político) no es que el Intendente sea fotografiado (esto es lo de menos) sino el hecho de estar o fomentar una situación potencial (o efectivamente) lesiva de los derechos de personas vulnerables.
De las palabras de Sylvester puede interpretarse que montar una fiesta indecente está muy bien y lo que está muy mal es fotografiarse. La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer.
Realmente si éste es el «nivel político» que proclama el señor Sylvester, habrá que confiar en los concejales de El Bordo, que no tendrán tantos másters ni tantas publicaciones, pero que se dedican a hacer política sin reivindicar su monopolio y sin insultar la inteligencia de sus conciudadanos con juicios superficiales e ilógicos.