La idoneidad de los jueces que designa Urtubey, a debate

  • En los últimos días, y solo después de que nuestro medio publicara la noticia de la exclusión por bajas calificaciones de la actual Secretaria de Justicia del gobierno provincial de Salta de dos concursos públicos a los que se había presentado, diferentes medios de comunicación de Salta han venido destacando los muy pobres resultados obtenidos en concursos de esta naturaleza por hombres y mujeres que previamente habían sido designados por el Gobernador de la Provincia para importantes cargos de diversa responsabilidad política.
  • Toque a desbande

No por repetida, la situación deja de ser preocupante, puesto que si en el tramo final del tercero y último de sus mandatos consecutivos, el gobernador Juan Manuel Urtubey no consigue blindar a los colaboradores suyos que casi con seguridad se quedarán a partir del próximo 10 de diciembre sin el cobijo de un puesto de trabajo poco exigente y bien remunerado, es que en Salta está sucediendo algo un poco extraño.


Hasta hace poco, la participación de un funcionario o exfuncionario del gobierno en los concursos que periódicamente convoca el Consejo de la Magistratura de Salta para cargos de jueces, fiscales, defensores oficiales y asesores de incapaces significaba un resultado cantado. El hombre o la mujer próximos al gobierno, los urtubeystas de pata negra, eran candidatos seguros a ocupar los cargos en disputa.

A través de este mecanismo virtualmente automático y apenas cuestionado por la oposición política, Urtubey ha conseguido, en doce años de gobierno, dibujar un mapa de la justicia provincial a su entero gusto.

Pero el final de su mandato y el futuro de estrella de cine que aguarda a Urtubey en los salones del Jockey Club de Buenos Aires, bien lejos de Salta y de sus problemas, han encendido las luces de alerta en un sector de la burocracia progubernamental que ha comprendido que, con o sin la bendición previa del Gobernador de la Provincia, los cargos judiciales constituyen un apetitoso objetivo, hecho a la medida de sus ambiciones y capacidades personales, y que con un poco de cintura y mucho de apellido, algunos pueden llegar a colarse en las ternas para que luego el Gobernador de la Provincia (Urtubey y no otro) no tenga más remedio que decidir a favor de ellos.

Hay que decir que si bien el tiro les está saliendo por la culata, porque ya son varios exministros y secretarios de Estado los que han salido del Consejo de la Magistratura con una goma bajo el brazo, lo que preocupa es el acierto con que Urtubey designa a las personas que tienen que desempeñar cargos críticos.

Muchos se preguntan, por ejemplo, qué nota sacarían en un examen escrito diseñado y evaluado por un comité científico independiente del más alto nivel (no por los miembros del Consejo de la Magistratura, desde luego) algunos magistrados que han sido designados libremente por Urtubey con los mismos criterios con que ha designado a los ya gomeados.

En concreto se preguntan si frente a un tribunal examinador neutral conseguirían pasar el corte personajes como Abel Cornejo, Guillermo Catalano, Cintia Pamela Calletti o Pablo López Viñals, cómodamente instalados los tres en la cúspide del sistema judicial salteño por la sola voluntad del mismo hombre que ha designado también a Eduardo Gustavo Costello, a Carina Paola Iradi, a Oscar Guido Villa Nouguès, a Ana Carolina Geist o a María Laura Postiglione.

Cualquiera que tenga la poca fortuna de tener que leer el actual reglamento interno del Consejo de la Magistratura de Salta y se pregunte por el autor o los autores de tan burdo atentado al sentido común jurídico y a la lengua española podrá legítimamente dudar del buen resultado de unas pruebas académicas objetivas practicas sobre unos personajes que han alcanzado el Olimpo judicial (y no tienen planes de moverse de allí) con cualidades profesionales y técnicas más que dudosas.

El trompeta de los infernales de Güemes, desde su atalaya instalada en el peaje Comisario Inspector Norberto Pérez, ha tocado a desbande, pero la tropa urtubeysta, lejos de emprender una retirada ordenada y democrática, ha elegido el bullicio caótico de la estampida. Los partidarios del todavía Gobernador de Salta han decidido tomar por asalto las instituciones: la mitad, para blindarse en cargos administrativos o judiciales con sueldos de por vida; y la otra mitad que busca tres cuartos de lo mismo, pero no sin antes alcanzar su glorificación a través de la conquista de cargos electivos, que, una vez alcanzados, ya luego se encargarán ellos y la familia Godoy de que les dure toda la vida.

El problema es uno solo: es que todos o casi todos no pueden «irse a su casa» porque no tienen a donde volver. Nacieron con un decreto bajo el brazo y el Estado es el único refugio que han conocido durante toda su vida.

Hay mucha gente que espera su oportunidad en el Estado o en el gobierno, pero mientras la budget generation (la generación del presupuesto) siga demostrando esta inusitada vitalidad y este apetito abrasador, los salteños estaremos condenados a convivir no solo con un reglamento del Consejo de la Magistratura auténticamente troglodita, sino también con sus redactores, que son la epítome de la mismísima mediocridad.